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sábado, 17 de diciembre de 2011

Pablo Neruda


Soneto LXXIX




De noche, amada, amarra tu corazón al mío 
y que ellos en el sueño derroten las tinieblas 
como un doble tambor combatiendo en el bosque 
contra el espeso muro de las hojas mojadas. 

Nocturna travesía, brasa negra del sueño 
interceptando el hilo de las uvas terrestres 
con la puntualidad de un tren descabellado 
que sombra y piedras frías sin cesar arrastrara. 

Por eso, amor, amárrame el movimiento puro, 
a la tenacidad que en tu pecho golpea 
con las alas de un cisne sumergido, 

para que a las preguntas estrelladas del cielo 
responda nuestro sueño con una sola llave, 
con una sola puerta cerrada por la sombra.

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