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jueves, 3 de octubre de 2013

El presente en el pasado

He vuelto. He vuelto al sitio donde me perdí.
Desde entonces no soy la misma persona, soy un alma más que vaga hacia un sitio o hacia otro, sin detenerse demasiado ha esperar.
Es raro volver después de diez años y ver que todo casi sigue igual que cuando me marche, salvo por el verde que ahora resulta ser de un tono marrón, un todo muerto.
Los recuerdos se me amontonan por momentos, pero solo es ver su pelo y parar en seco. Es ella, la reconocería en cualquier lugar, su risa es algo que jamás pude olvidar, incluso en mis sueños, en antaño, aparecía.
Aunque la última vez que la vi, no estaba riendo, lloraba por mi marcha, lloraba porque la dejaría sola en este montón de mierda, porque fui tan cobarde que no supe ver que tras ella todo era un fantasma, lloraba porque le partí el corazón en mil pedazos y no me importo demasiado.
Fui el típico chaval que fingía ser tan fuerte que nada le dañaba, pero ella, esa sonrisa, esos ojos verdes, esos rojos labios, fueron mi talón de Aquiles.
Lo más seguro es que no se acuerde del cabrón que le hizo daño hace tanto tiempo, habrá rehecho su vida, se habrá casado con Tomas Gordon y tendrá niños... habrá sido feliz, lo sera...
¿Para que lamentarme más del pasado aunque haya vuelto a él?
No es que sea demasiado el gusto de volver, si no fuera por mi padre.
Desde que mi madre nos dejo, desde su marcha, no ha vuelto a levantar la cabeza y su enfermedad no le ayuda.
He venido para llevármelo y arrancar la última raíz que me queda en este infierno de recuerdos.
Llegar a la que era mi casa y sentirme como un extraño, recordar cada una de las palabras que dije antes de marcharme, antes de destrozar a mi madre...fue la última vez que la vi.
La pintura sigue tan escamada como cuando me marche, con el mismo color ocre. Nada había cambiado, excepto, yo...

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