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jueves, 20 de octubre de 2016

Bleeding heart, capítulo 7

Mientras me dirigía hacia allí no paraba de pensar en si había hecho bien en dejarles a ellos llevar el cuerpo. Me estaba poniendo nerviosa, tal vez un tanto neurótica pero es que esta vez estaban como más desgastados, consumidos, pero ¿qué puedes esperarte de unos drogadictos a la sangre vampírica? Debo de admitir que Megan se lo había montado muy bien. En ningún otro sitio tendría empleados tan serviciales y fieles, aunque a veces…eran un tanto tarados y cuanto más tiempo llevaban o más consumían, peor se volvían. Nuestra sangre los mejoraba pero cuando dejaban de tenerla recorriendo sus venas, todo empeoraba. Según se aumentan las dosis hacen que te acerque al cambio, es muy doloroso ya de por sí solo pero el hacer el paso para luego no llegar a finalizarlo…te deja destrozado.
Ellos iban a tomar el camino más corto a la casa de Rose y yo daría varios rodeos, tenía que hacerlo así, tal vez Sombra había dejado a alguien para mantenerme vigilada. No podía volver a cometer errores, el próximo, podía costarme la vida.
Aparque a unas cuantas manzanas del lugar, cambie mi móvil por el desechable y lo deje bajo el asiento. Tome la bolsa con las armas y ropa del maletero y me encamine hacia la casa de Rose. Todo estaba de un silencio mortal, nada se movía, tan solo fuera la noche cerrada o tal vez hubiera algo acechando, el instinto de depredador no suele fallar y aún menos cuando te sientes amenazado. No pude terminar de abrir la cremallera de la bolsa cuando ya les tenía encima.
Eran tres, una chica de tal vez unos dieciséis, estaba en los huesos, completamente consumida. A ambos lados tenia a un chico. El de su derecha parecía el más mayor, su mirada era fiera pero había algo, como si no estuviera conforme con aquello. Poco a poco se fueron moviendo hasta rodearme por completo. Fue entonces cuando el chico de la izquierda ataco. Era muy rápido, los primeros golpes me fue imposible esquivarlos, luego se hicieron previsibles sus movimientos, por donde atacaría, cortarle la cabeza solo fue cuestión de minutos. Esta no había terminado de tocar el suelo cuando la chica se abalanzaba furiosa sobre mí. Peleaba como una gata salvaje, totalmente ida, asestando golpes sin mirar donde iban. Con los rápidos movimientos su pelo se fundía con los rayos de luna, si no hubiera esta mi cuello en juego habría dado lo que fuera para contemplarlo pero ya no volvería a verlos así, la atravesé con el machete, partiendo desde el estómago y en ascenso. Solo quedo su pálida y raquítica cara con forma de sorpresa, mirándome.
Me fui volviendo esperando el siguiente ataque, pero no llegaba. Cuando estábamos frente a frente no movió ni un solo musculo, solo me observaba un poco atónito, planteándose cuál sería el siguiente paso.
                -Ya me habían hablado de ti. Aunque algo oxidada sigues siendo fascinante.
Casi podía ver las tuercas moverse dentro de su cabeza, analizándolo todo, viendo que palabras podían ser mejores pero siempre preparado para el ataque buscando el punto débil.
                -No sabía que era famosa. Tienes dos opciones: te largas y cada uno por su camino, o te mato. ¿Cuál prefieres?
Poso sus ojos en los míos, intentando penetrar en mi cabeza, y fue bajando de forma pausada, como si tuviera todo el tiempo del mundo para ello, como si fuera un cuadro al que tenía que sacarle la idea del pintor. Cada vez me estaba poniendo más nerviosa, no se a que estaba esperando. Creo que noto mi impaciencia porque sonrió y volvió a pararse en mí.
                -Contesta de una vez, no tengo tiempo para tus juegos.
                -¿Por qué tienes tanta prisa?
                -Como si no lo supieras, es el mismo motivo que te ha traído a mí
                -Una vez, hace muchos años nos vimos y desde entonces no he podido olvidarme de tus ojos, daban tanto y a la vez no era nada solo vacío.
                -Te equivocas de persona
                -Ibas del brazo de Sombra con un vestido de mil azules, te caí en cascada desde esa diminuta cintura donde la seda parecía una extensión de ti misma. Todos los detalles eran de un negro intenso, incluso el antifaz que te cubría medio rostro, te hacia unos ángulos tan sobrenaturales pero hacían destacar tus ojos aún más, tal vez por eso los recuerdo tan bien. ¿Empiezas a recordar?

Sabía cuál era aquella noche, fue la última que pase con Sombra. Creo que me llevo a casa de un magnate o alguien de las altas esferas, algo de un negocio, no sé, no le estaba prestando atención. Esa noche acabo todo ensangrentado, muchas víctimas pero aún más iniciados. ¿Tal vez él fuera uno de ellos? Cuanto más le miraba más familiar me resultaba, pero solo un vago recuerdo puede.

                -Todo empezó a tener un poco más de luz cuando llegaste, tan rompedora y llamativa, no había persona que no se volviera para poder apreciarte. Estabas demasiado callada tal vez pero tus ojos recorrían cada palmo de la estancia. Sombra te dijo algo al oído y pegaste un pequeño repullo, te puso la mano al final de la espalda y podría jurar que te pusiste aún más blanca, un pequeño empujoncito suyo te hizo marcharte dejando una fría sonrisa y un “me disculpan”, como despedida. Te acercaste a otros invitados y supongo que les dijiste lo mismo que él te había dicho, casi todos mostraron cara de satisfacción. Tuve un mal presentimiento, pero jamás pude haber llegado a pensar lo que luego pasaría.

Sombra me había mandado para que avisara a los demás del grupo que habíamos ido. Tenían que esperar a la señal para hacer algo que él ya les había dicho antes: solo cambiar a aquellos que les fuera de utilidad, obviamente ya sabían cuáles eran; los que no, serian la cena.

                -Se le resbalo una copa y la gente empezó a desaparecer poco a poco, aún no había acabado la noche cuando os presentasteis los dos delante de mí. Quiso que tú me atacaras pero no te moviste del sitio, fue directo, prácticamente estaba ya muerto y me dejo así, pero tú, tú me ayudaste, me diste tu sangre para que pudiera curarme y luego te fuiste. ¿Pensaste que tal vez me encontraría a salvo? En cuanto te fuiste poco después volvió, vio que aun respiraba y me aplasto el pecho.

Era cierto. Nunca he dejado de pensar si Sombra me dejo escapar o simplemente tuve suerte. Aun así, no tenía sentido que ahora ese tipo estuviera allí y encima de la parte de alguien que lo quería muerto.

                -¿Y? ¿Ahora qué? Estas de su parte, ¿no? Para que tanta palabra
                -Cierto, estoy con él, pero haría cualquier cosa por mi supervivencia y eso es lo que hice y eso es lo que voy a seguir haciendo, eso no entra ya en sus planes. Por eso mismo estoy aquí. Ahora vas a herirme de gravedad e iré hasta uno de los lugares de encuentro y tú acabaras con él cuando le encuentres.
                -¿En serio vas a intentar traicionarle?

                -¿Intentar? No es la primera vez, y no es el comienzo, hay más Alicia. No estás tan sola en todo esto como pensabas, alguno de los de tu grupo aún siguen resistiendo, otros hacen como yo, pero un número considerable se asientan como fieles incondicionales. Intentare recopilar toda la información que pueda para ayudarte pero solo tu podrás hacerlo, no sé porque, pero eres la única que podrá acercarse lo suficiente. Confía en mí, ¿lo harás? 

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Olvidar sin querer

Todo comienza con un simple despiste, con un pequeño olvido. Después, estos se van repitiendo con mayor frecuencia y los acompaña la desorientación. Pronto, ya no puedes salir solo de casa, hay cierta confusión que te nubla, pero estas bien. Los enfados van en aumento, a veces, por simples tonterías insignificantes. Hay momentos en los que intentas escapar porque no entiendes porque no puedes salir, empiezan las desconfianzas con aquellos con los que convives, con aquellos que te están ayudando.
Empiezas a olvidar los recuerdos más recientes. Empiezas a olvidar las caras más jóvenes que te rodeaban, a esas caritas de tus pequeños nietos, bueno, y no tan pequeños. Les ves y solo hay incertidumbre, no sabes porque hay pena en sus ojos, no sabes porque saben de ti y tú no recuerdas ni su nombre, tal vez, aun, acude algún retazo de un vago recuerdo, pero ¿cómo distinguirlo?
El apetito lo vas perdiendo, te vas haciendo más frágil, te vas marchando cada vez un poquito más. Tu voz ya no es, la confusión se apodera de ella, se apaga. Apenas puedes moverte de la cama, todo empieza a dolor cada vez más. Estas cansada pero luchas, luchas por un día más en un mundo de extraños.

La llama prácticamente consumió la vela, casi o nada queda en tu mente, tu cuerpo ya no recuerda cómo hacer su función, ¿respirar? Toda una agonía. Los sedantes cada vez son más fuertes, más dosis, todo por ti, todo por una marcha en paz. 
Y te vas.       


Por el día mundial del alzheimer. Aquí abajo te seguimos recordando y no hay un solo día en el que no te extrañemos. 

domingo, 18 de septiembre de 2016

Y te miro, y nos miró, a través del espejo. Veo como cada mañana pasas por delante de él, como cepillas tu pelo mechón por mechón, de aquel pelo cobalto indomable; como las alegrías y las penas han ido dejan huella, huella en la piel de porcelana; como tus ojos chispean con menos intensidad; como tus manos se van haciendo más fuertes y frágiles; como tus sueños se hacían añicos y de entre las ruinas se alzaban otros, más pequeños, más conformistas, menos tú; como las esperanzas se marchitaban y con ellas tú.

¿Me puedes ver? Aún sigo aquí, aún sigo esperando pero el tiempo se nos agotó. Ya no seré tú, ya no serás yo. ¿Me recuerdas? ¿Me sientes? ¿Te arrepientes? ¿Me extrañaste? Tal vez esta sea la última vez o tal vez volvamos a ser, pero prométete que esta vez, esta vez seremos lo que queríamos ser, que no nos rendiremos, que no tomaremos el camino fácil, que lucharemos.

Si volvemos a ser, se te fiel. 

sábado, 27 de agosto de 2016

Bleeding heart, capítulo 6

No quería pensar por lo que habría podido pasar aquella chica porque si lo hacía me acabaría dando pena y no podía dejar que eso pasara. Estaba resultando más difícil de lo que me había imaginado el sacarle la información, aunque ya llevábamos horas seguía sin soltar prenda, tal vez no supiera nada o tal vez estaba demasiado bien enseñada para recibir dolor que se lo estaba tomando como un juego.

Por cada minuto que pasaba mi paciencia se iba agotando más y más. No paraban de venirme a la mente escenas ya pasadas y una vocecita me decía que lo repitiera en ella. La idea me revolvía el estómago pero había una pequeña parte de mí que sabía cuánto lo disfrutaría. Dejar a aquella voz que tomara rienda suelta de mis actos me tendría más cerca de acabar con él, ella me daría las respuestas pero por otro lado me haría ser más como él, ¿quería eso? Pues claro que no lo quería, ¿no? A fin de cuentas, todo era para protegerme a mí y a los míos, si moría no sería culpa mía sino de él. Por culpa de él y de sus malditos planes es por lo que está pasando todo esto. ¡Mierda! Había olvidado contactar con el resto.

¿Cómo había sido tan estúpida? Esta chica era una distracción, a saber a cuantos había reclutado ya, a saber que les había hecho a los que como Jules y yo nos había alzado en su contra. ¿Cuántos habríamos quedado en pie? No le ha podido dar tiempo a ir uno por uno salvo que… ¿y si pusieron en marcha el plan? Si les había pillado juntos entonces…
De solo pensar en ello una nueva rabia me inundo, no podía seguir esperando más. Me lo tendría que contar o no volver a hablar más.

Los cortes empezaron a ser más profundos, las heridas que ya estaban sanando, vueltas a abrir, los moratones se extendían aún más por su cuerpo, los huesos o estaban dislocados o en añicos. A veces se le escapaba algún grito, otras solo una risa débil. Me estaba sacado de quicio.

                -Pajarito, como no empieces a hablar de una jodida vez te voy a desplumar, te voy a dejar que te desangres. Te prometo que es todo un tormento. No sé cuál de las dos acabara disfrutándolo más.
                -Pues hazlo.

La voz le temblaba cuando lo dijo pero eso no me detuvo. Tira por tira le fui quitando su piel de porcelana, cada vena y arteria eran perforadas. El suelo de la habitación estaba cubierto por su sangre, era repugnante. ¿Pero qué estaba haciendo?

                -Solo tienes que decirme que está planeando hacer, cuáles son sus pasos y esto acabara, lo juro.

Movió los labios, apenas decía algo en un susurro y con la voz ronca aún menos se podía percibir lo que decía.

                -¡Joder! Has tenido que esperar a estar así para empezar a hablar

Le di de mi propia sangre, lo justo y necesario para que hablara. La muy necia después de tomarse mi sangre se volvió a quedar callada. Espero, espero pero no dice nada. Me hierve la sangre casi de una forma literal. Tengo paciencia, de verdad, pero fue la gota que colmó el vaso. En un visto y no visto tenía mi mano dentro de su pecho, si la movía un poco más podría rozarle el corazón. Mientras removía la mano dentro de ella soltó un alarido, parecía que estaba lista para hablar.

                -¡PARA! No puedes matarme, él me protegerá
                -¿Acaso tú estás viendo algo que yo no? No está aquí, te ha abandonado como hizo con todos los demás antes que tú. Solo una necia creería lo contrario. ¿Hablaras o tengo que estrujártelo?

Para que viera que no era un farol puse mi mano alrededor de su corazón. Intente imitar su sonrisa, esa misma que ponía para decirme que lo que venía no era nada bueno pero que él lo disfrutaría como nunca. Si, esa misma sonrisa que aparecía nada más cerrar los ojos. Y por su reacción, el pajarito también la tuvo que haber visto antes ya que aunque intento disimularlo, su expresión de miedo, los temblores… Eran difíciles de ocultar cuando tú has estado en su misma situación.   

                -Y ahora bien, ¿algo que decir?

                -Está débil, bueno al menos eso dice él. No sabe si seréis suficientes, algunos no le valen. No sé porque de verdad, yo misma soy una de los fallidos. No está contento con lo que habéis hecho sus favoritos, se siente traicionado, su informador se lo ha contado todo desde el principio. Lo sabe querida. Sabe todos vuestros planes, ha ido a por cada uno de ellos y el que no se ha unido por voluntad… bueno ya sabes lo persuasivo que puede llegar a ser, ¿no?

                -¿Qu-quien ha sido? ¿Cuál es su próximo paso? ¿Quiénes quedamos? ¡HABLA!
                -El eslabón más débil siempre es más fácil
                -No, es imposible que Víctor cediera, jamás le perdono lo que le hizo a su familia.
                -Mira que eres estúpida, ¿qué vio en ti? ¿Qué tienes de especial?
                -Responde a las preguntas
                -Cada momento que pasa vais quedando menos, eso tenlo por seguro. Está organizándolo todo, hay fecha límite para ello
                -¿Cuándo?
                -Dos semanas tal vez.
                -¿Tal vez? Aclárate, ¿cuándo es el sacrificio y dónde?
                -Solo se eso, no me lo cuenta todo, es lo que he ido oyendo por los rincones, cosas que él ha dejado caer cuando yo estaba presente.

Prácticamente no tenía nada, lo único era la rabia y el odio que me estaba inundando.

                -Bien, no has sido un error tan grande, has servido para algo. Nos veremos en el infierno, querida.

Clave mis uñas en su corazón aferrándome a el. Quería que fuera lo último que viera. Se lo saque de cuajo y lo estruje como si no hubiera un mañana. Sus ojos mantenían la expresión de miedo y un silencioso grito se había quedado grabado en su boca.

El teléfono empezó a sonar enrabietado. Por un momento me quede paralizada, ¿sabrían lo que acababa de hacer? Era algo imposible, estaba todo cerrado, las paredes y cristaleras eran insonorizadas. Me acerque y lo descolgué, al otro lado estaba todo en completo silencia hasta que…

                -¿Me has extrañado? No me digas que has sido una niña mala, aunque ya sabes cómo eso me gusta, pero aún más el castigo que a ello le sigue. ¿Recuerdas los castigos? Siempre fuiste mi favorita, aprendiste a callar los gritos en los momentos exactos y desatarlos en los mejores, tal vez yo ayudara en esos momentos. No podrás negarme que eran buenos esos momentos. ¿Tienes ganas de verme? Yo mato por ello. Pronto tendrás noticias mías querida.

Y colgó. Me quede con el teléfono aun pegado a la oreja, completamente atónita, ¿y ahora qué? Cerré los ojos intentando sumirme en esa oscuridad ya tan conocida, tenía que tranquilizarme, pensar de manera fría. Debía de ser muy precisa en mis siguientes pasos, adelantarme a él fuera como fuese y vengarme del traidor. Tal vez si a los que aún quedaban les contaba lo que había pasado resistirían antes de ceder, incluso morirían bajo sus propias manos antes que dejar que Sombra hiciera nada, ¿pero cómo saber quiénes quedamos? Me vuelvo hacia el cadáver de la chica, tal vez fui demasiado impulsiva después de todo…

Aun había contactos fieles que me hicieron el favor de llevársela de mi vista y traerme algunas cosas que necesitaba, mientras exista sangre y dinero por medio, puedes conseguir lo que necesites.
Metí todo lo que creí que necesitaría en las maletas, no me quedaría allí después de todo lo ocurrido, sería demasiado fácil. Y solo tenía como dos semanas para prepararme y a los quisieran seguirme. La posible idea de tener que enfrentarme a los que se les podría llamar amigos o familia hacia que el estómago se me revolviera y eso me recordaba que tenía alimentarme. Apenas las heridas habían empezado a cicatrizar bien, estaba exhausta y famélica pero no podía quedarme allí.


Mis ojos depararon en la daga, la habían dejado encima de la cómoda, estaba brillando como un pequeño sol. Fui a cogerla pero vacile, era de él al fin y al cabo, tal vez le había hecho algo o tal vez me estaba volviendo loca. Ya sabía dónde acabaría esa daga, ¿me quería de vuelta? Pues me tendría. Presentaría batalla hasta el último momento y si no podía derrotarle al menos haría que fracasaran sus planes. 

miércoles, 24 de agosto de 2016

Bleeding heart, capítulo 5

Después de unas diez o doce llamadas Jules seguía sin cogerme el teléfono, ¿será que ya le había atrapado? No podría ser, era demasiado listo, demasiado astuto para ello, pero es de Sombra del que estamos hablando. No tenía tiempo para estar pensando en suposiciones, tenía que deshacerme del cuerpo y limpiarlo todo, tenía que prepararme para lo que se avecinaba.
No sabía ni por dónde empezar, hacía años que no tenía un cadáver en casa. El hedor era tal que se me estaba pegando por dentro, no debía dejarlo todo abierto ya que alguien podría ver lo que pasaba aquí dentro. ¿Dónde diablos iba a meter a aquella chica? Deshacerme de ella en cualquier lugar podría conducirles hasta mí, tal vez. Tampoco podía dejarla allí hasta saber que hacer ya que Sombra podría haber planeado algo y tenderme una trampa.

¡AAAAAAHHHH! Me estaba volviendo loca. Respirar hondo y centrarme, si, no podía dejarle entrar otra vez, había un plan tenía que seguirlo, con o sin Jules esto tenía que seguir adelante. Debía de contactar con los otros y advertirles. No estábamos ya seguros, no sabía cuánto tiempo nos quedaría ni quienes caeríamos.
Deje el baño para el final, no podía entrar allí. Así que, al cabo de unas horas estaba prácticamente todo recogido pero la pestilencia que invadía el baño no paraba de recordarme que me estaba esperando allí, con sus ojos fijos que me seguían, haciéndome culpable de que hubiera muerto, dejándome sus últimos miedos y dolor presentes. Estaba a punto de entrar para acabar de una vez con todo aquello, pero el móvil empezó a sonar. Era Jules.

                -¿Estas bien? Ha estado aquí, estaba todo lleno de sangre, me ha dejado un mensaje y un regalo. ¿Jules?
                -Sí, sí, estoy bien. ¿Cómo te ha podido encontrar?
                -No lo sé, antes de llegar sentí que alguien me estaba observando, quizás alguien se lo filtrara o… no lo sé Jules. Hay que empezar con el plan, no le podemos dejar que siga en marcha con el sacrificio. ¿Y porque no me has contestado? Pensé que te habría pillado.
                -Perdona, he estado ocupado, por lo visto él ha estado en más refugios. Se ha llevado a varios ya Al, se los ha llevado. El plan no va a funcionar, todo ha empezado ya.
                -¿Qué estás diciéndome Jules? ¿Te estas rindiendo? Sabes también como yo lo que eso significaría, no podemos, sabes que no podemos hacerlo.
                -No, ya, pero tal vez… tal vez podamos salvarnos si nos entregamos, ya sabes que no le gusta el juego del ratón y el gato. Somos muchos y sabes que somos de sus favoritos, nos perdonara.
                -¿Pero qué coño me estas contando? ¿Ya no te acuerdas de las torturas, de las violaciones, de lo que nos hizo hacer? Porque yo lo vivo cada vez que cierro los ojos, todo vuelve. No me lo puedo creer, es imposible. Estas de broma, ¿no? ¿Jules?
                -Piénsalo, ¿vale? Todo puede irnos bien si lo hacemos.
                -Ha estado allí, ¿no es así? Te ha convencido para toda esta perorata. ¿Qué te ha hecho?

No llegue a oír su respuesta, la llamada se había cortado. Tal vez el miedo se estaba apoderando de él y por eso se había puesto así, sí, claro, tenía que ser eso, no nos podía traicionar después de tanto por lo que habíamos pasado. Aun con todo dándome vueltas en la cabeza me dirigí hacia el baño, cuanto antes acabara antes empezaría el plan y buscaría a los que aun quedábamos.
Antes de abrir la puerta sentí un escalofrió recorrerme la espalda, algo andaba mal. Puse la mano en el pomo y lo hice girar, lentamente se fue abriendo la puerta para mostrarme un baño completamente recogido, sin ninguna mancha de sangre, ni cuerpo en descomposición, nada.
¿Cómo diablos…? ¿Qué es lo que había pasado? Solo había estado al teléfono unos minutos…bueno, es cierto que llevaba horas la puerta cerrada pero…salvo que…
Todo ocurrió muy rápido. En el segundo que tarde en darme la vuelta para ver que ocurría ya la tenía encima. La misma chica que hacia horas estaba muerta en la bañera de mi piso ahora la tenía encima de mí intentando arrancarme la cabeza.
Me había tumbado, con el impacto del golpe, en el suelo. Esta sobre mi pecho intentando inmovilizarme y buscando mi cuello con manos y boca. No me resulto demasiado difícil de deshacerme de ella, pero volvió a atacar. Su fuerza no hacía más que aumentar, más se enfadaba, más fuerte era. Sus ojos estaban al rojo vivo y se empezaban a teñir de negro…

                -Tranquilízate, ¿vale? Dime quien eres y porque estabas aquí
                -¿Cómo crees que sonaran tus huesos mientras los rompo uno a uno? ¿O si te desuello? Me encantaría oír como te arranco la cabeza, como se separa cada musculo, fibra por fibra. Como las cervicales se separan. Como tu piel se estira hasta separarse…

Se lanzó contra mí y solo por los pelos pude esquivarla. Ella era la depredadora y yo me había convertido en su presa. Tenía demasiados años y experiencia como dejar que una iniciada pudiera conmigo. La agarre del pelo y le estampe la cabeza contra el suelo, una y otra vez hasta que me agarro de la mano con la que la sujetaba y me lanzaba por encima de ella estrellándome sobre el cabezal de la cama.
La nariz la tenía completamente aplastada ensangrentándole toda la cara, pero eso no le quitaba la sonrisa socarrona. Me miraba como si ella supiera algo que yo desconocía. Aunque tuviera que sacarle la piel a tiras acabaría enterándome de ello, por algo él la había dejado allí. Una furia ciega se estaba apoderando de mí, arranco uno de los barrotes del cabezal, el juego se había acabado de una maldita vez.
Me baje de la cama sin romper el contacto visual, esperando el ataque. Saco una daga de algún sitio. Me era demasiado familiar como para no reconocerla. Un instante después estaba lanzándome contra ella, asestándole golpes con la barra, lo único que conseguí fue hacerle cortes. Su cuchilla me había asestado en los brazos y en la pierna derecha, eran fuego recorriéndome. Lo único que veía era rabia. Golpes más fuertes, intentos más mortales. Me estaba agotando demasiado rápido y ella seguía tan bien, sus cortes y huesos se estaban curando, los míos no. Le atravesé el hombro en un intento de traspasarle el corazón. La deje clavada a la pared y le arrebate la maldita daga. Se la puse en el cuello, su espantosa sonrisa flaqueaba. Removí la barra con la que la había ensartado arrancándole un grito, era música para mis oídos.

                -¿Qué tal te parece si empezamos con el desuello?

Le descoloque las hombros, me daría el tiempo suficiente para poder ir a por algo para agarrarla. Tome el resto del cabecero y lo puse cerca. En cada muñeca le ensarte otra barra, podría resultar hasta cómico si no fuera por la rabia que me estaba dominando.


                -Bueno pajarito, ¿vas a empezar a cantar o tengo que ir quitándote las plumas?

lunes, 22 de agosto de 2016

Bleeding heart, capitulo 4

Parecía que el tiempo no pasaba, tal vez, por un momento se mantuvo detenido, quien sabe. Charlamos durante lo que se podrían considerar décadas en unos pares de horas. Me hizo sonreír, de esa manera que él solo sabía hacer y si hubiera podido, hasta sonrojarme. Luego, cuando ceso la risa y se hizo ese silencio, ya sabéis, ese silencio extraño y cómodo a la vez, nuestros ojos no podían separarse de los del otro. Solo cuando el camarero vino a decirnos que ya solo les quedaba nuestra mesa para recoger, se rompió esa conexión.
Una sensación de calidez empezaba a surgir, como en los viejos tiempos, incluso los celos estaban volviendo. No, esta vez lo haría bien, esta vez tenía que mantenerle alejado de mí, otra cosa muy distinta es que lograra conseguirlo.
                -Madre mía, es tardísimo, se me ha pasado el tiempo volando.
                -Cierto y mañana hay que trabajar.
                -Oh, vamos, no arruinemos la noche pensando en que mañana hay que trabajar.
                -Perdona.
Cuando llegamos a mi coche se despidió dejándome un beso en la mejilla. No quiero ni pensar en la cara de idiota que se me habría quedado, pero él siguió su camino sin mirar hacia atrás. Me metí dentro del coche y no arranque hasta que deje de escuchar sus latidos en la distancia.
Mientras metía la llave en el contacto un escalofrió me recorrió el cuerpo. Alguien me estaba observando. Mire a todo mi alrededor pero no vi a nadie. Instantes después puse el pie en el acelerador y no volví a mirar atrás.
                                                                             •••
La puerta de casa no estaba cerrada, pero la alarma no estaba sonando y un olor extraño salía de allí. Completamente alerta entre, habían arrancado la alarma de cuajo, estaban todas las cosas puestas patas arriba, había platos, jarrones y fotos rotos en mil pedazos. Según me iba adentrando en la casa el olor se hacía más intenso. Lo seguí hasta mi habitación, sobre la cama había sangre, y en las cortinas, y en las paredes… Habían escrito algo, ¿me has extrañado querida?
                                                                             •••
El aire se escapó de mis pulmones ahogando mi grito. Mi cuerpo intentaba arquearse presa del dolor pero él me seguía oprimiendo contra la pared. Intentaba alejarme de él, pero más me rasgaba con sus uñas la espalda, ¿soportar el dolor y librarme de Sombra, o aguantar hasta que todo acabara? No me iba a rendir sin antes luchar, de eso no tenía ninguna duda. Cuanto más forcejeaba, más me movía e intentaba atacarle más daño me hacía. Vi como mi propia sangre se iba reuniendo en el suelo.
Se cansó de mi resistencia, le faltaban manos para retenerme, me tiro al suelo en el otro lado de la habitación y me dejo las manos atadas al lavamanos.
Empezó a posar sus asquerosos y sucios labios sobre mi cuello dejando un reguero de pestilencia con saliva. La mano que había tenido dentro de mi espalda me la acerco a la cara, según él, era muy sabrosa mi sangre, acabe escupiéndosela en la cara y él riéndose de ello.
Con sus uñas empezó a rasgarme toda la ropa y cuando no quedaba más ropa en esa parte me arañaba con ellas. ¿Cuánto iba a durar aquella tortura? ¿Por qué no acababa ya con aquello? Preferiría estar pudriéndome bajo tierra, que mi alma se consumiera en las brasas del infierno que seguir con todo aquello, ¿por qué la vida me estaba tratando así?
Aunque estaba sin moverme, dejando a mi mente escapar imaginando las formas en las que me gustaría torturarle, desollarle y todas las cosas horribles que se me podías pasar por la cabeza, no podía evitar sentir todo lo que me estaba haciendo, el dolor que me estaba causando. Me estaba haciendo heridas superficiales que rápidamente se volvían a cerrar y él se dedicaba a volver a abrir para jugar con la sangre que salía de ella.
                -Os voy a necesitar a todos, incluso a más, aún es pronto pero las cosas hay que planearlas con tiempo. No te puedes imaginar de lo especial que eres y lo que llegaras a hacer. No hará falta que me des las gracias por el tiempo extra que te estoy brindando, en algún momento me lo tendrás que devolver.
                -Por mi te podrías haber quedado con tu tiempo de más, no lo quería antes y tampoco ahora. Te odio y jamás haré nada por ti.
                -Peleona, cada vez me gustas más. Me serás muy útil, porque ¿sabes lo complicado que es encontrar a la persona adecuada? Puede ser una tarea tediosa, pero tengo que hacerlo, mi supervivencia depende de ello. Las mortales corrientes son aburridas, buenos aperitivos, sí, pero aburridas. Y ahora cierra esa boca o tendré que hacerlo yo.

Se estaba acercando a mi boca, se humedecía los labios. Me beso, invadiendo toda mi boca con su asquerosa lengua putrefacta. Sus dientes se clavaban en mis labios como si nada, por ello decidí que yo hincaría los míos en su lengua.
                -¡Mal nacida! Te las voy a hacer pagar.
                                                                             •••
Y eso hizo, destrozo mi cuerpo, desde el cuello en descenso. Me apaleo, araño, desangro, mordió… Entro sin permiso, dejando su huella por todos los resquicios que mi cuerpo tenia. Abuso de mí sin contemplaciones, bañándose en cada lágrima de dolor, desprecio y odio que emanaban de mis ojos. ¿Mis gritos? Hacían que aun disfrutara más de su maltrato. Lo repitió una y otra vez hasta que la noche se volvió día, hasta que se sacio. Me había quedado sin lágrimas, ya no tenía más voz, no me quedaban fuerzas para luchar.
Se fue hacia la bañera para llenarla de agua y se empezó a poner la ropa como si nada mientras yo seguía atada. Se estaba vistiendo y me miraba con cara de no saber qué hacer conmigo.
                -Voy a tener que pasar más tiempo contigo del que pensaba, no solo por lo divertido que ha resultado esto, tienes mucho que aprender y que cambiar.
Siguió hablando y hablando pero no podía concentrarme en ello, solo había algo en mi mente y era la forma en que lo mataría tarda más o menos, acabaría con él.
Me quito las ataduras y me llevo hacia la bañera. El agua estaba hirviendo pero seguía estando desconectada de todo y solo sentí un cosquilleo. Estaba sondándome con los ojos, buscaba un mínimo de reacción. Torció su cabeza como si sopesara una idea, lo último que vi fue que sonreía y me hundía en el agua. Me tenía sujeta por la garganta y la apretaba contra el suelo. Mis pulmones tenían menos oxígeno y más agua. El pecho me quemaba…

El sonido del agua me trajo de vuelta aun con la sensación de que me estaba ahogando. El baño estaba desastroso y se había dejado el grifo abierto, fui a cerrarlo y allí estaba, me había dejado una sorpresa: una chica de no más de dieciocho años con la garganta arrancada de cuajo, aún tenía miedo en sus ojos y me miraban.

No podía haber vuelto, no podía ser. Tenía que llamar a Jules, el sabría qué hacer. Si, si esa era una buena idea para empezar, al fin y al cabo, nos encontrábamos en la misma situación: había vuelto para la recolecta, para el sacrificio. 

jueves, 18 de agosto de 2016

Bleeding heart, capitulo 3

Después de cerrar un buen negocio siempre es bienvenida una celebración. Nos fuimos los de siempre, al bar de siempre, a celebrarlo como siempre, pero no todo ocurrió como siempre. ¿Cómo iba yo a saber que aparecería por la puerta? ¿Cómo iba a saber que después de tantos siglos volvería? No era exactamente él, su piel era algo más pálida, era menos corpulento y su sonrisa, esa tan imperfecta, era reluciente como el mismo sol, ni un diente torcido.
Me negaba a pensar que pudiera ser él. Estaba muerto, hacia siglos que lo estaba. Pero, pero su olor… tenía que ser él, tenía que saber cómo, cuándo. Tenía… tenía que… Lo único que paso fue que mi copa se resbalo de entre mis dedos, cuando baje la mirada había un charco color escarlata sobre el suelo…
Todo el suelo estaba manchado con su sangre, con su olor, tan intenso como abrumador. ¿Qué diablos había hecho? ¿Cómo podía haberme comportado así? Aún seguía acurrucada en aquella esquina, cada musculo entumecido. Hacia horas que la sombra se lo había llevado, Dios sabe dónde, pero yo aún le veía tirado en el suelo, con la mirada ida, sin su brillo de siempre. Su boca formaba una horrible mueca y de ella goteaba sangre. La sangre le envolvía, había dejado su cuerpo dibujado y luego arrastrado.
Me fui descongelando, aun en trance me moví hacia la cocina y tomar trapos, agua y todo lo que pille para quitarle de aquel suelo mohoso. Cuando más intentaba quitarlo más se esparcía. Estaba cubierta por él. 
                -¿Qué has hecho monstruo?¿Cómo has podido?
Tenía que deshacerme de aquello, no podía quedarse allí.
                                                                               •••
No sé cuánto tiempo paso hasta que logre quitarlo todo, pero aún seguía allí, manchaba el suelo, su oler impregnaba cada resquicio, su alma estaba allí, atrapada, mirándome con ojos acusadores, preguntándome porque, odiándome. Aún seguía con su sangre en mí, ¿alguna vez podría quitármela?
No se cómo llegue dentro de la bañera pero si la sensación de querer arrancarme la carne a tiras, de cómo tirar de ella para poder quitármelo, para poder salir de aquella pesadilla. Daba igual cuantos cortes me provocara, en apenas un instante se volvían a curar, una y otra vez.
                                                                               •••
Aún seguía dentro de la bañera cuando le note mirándome, no sé cuánto tiempo llevaría allí, ¿acaso importaba? Tal vez, si seguía inmóvil se fuera, borrara todo a su pasar, ¿alguna vez tuve suerte?
                -¿Se puede saber hasta cuando te vas a quedar ahí? Vale que ahora tengas toda la eternidad por delante pero tenemos cosas que hacer.
Solo se, que después de aquellas palabras me encontraba en el suelo sobre él, intentando estrangularle con mis manos. Lo único que hacía era reírse, reírse de mí cuanto más apretaba. Deseaba matarle. Pero era inútil. En cuanto me noto flaquear me estrello contra la pared dejándome sin aliento. Se quedó observándome detenidamente y como una serpiente se fue acercando a mí, tocándome, haciendo que me sintiera aún más repulsiva.
                -¿Realmente quieres hacerme daño? Oh, cariño, lo dudo mucho. Te hice un gran regalo, que menos de que seas agradecida y me cumplas, ¿no lo crees? Tampoco pido tanto.
No podía moverme, me tenía acorralada. La cabeza me iba a mil por hora, no sabía que podía hacer, estaba todo perdido. Era inútil.
Sus asquerosas manos fueron bajando y bajando por mi cuerpo. Una de ellas la detuvo sobre el final de la espalda, mientras tanto, la otra seguía bajando. No podía mirar, ya era demasiado con sentirle. Asqueada volví la cara pero un instante después tenía su mano en mi mandíbula obligándome a mirarle. Me hacía daño, como si eso le hubiera importado alguna vez.
                -Oh, no, no. Las niñas malas tienen que ser castigas…
No había acabado la frase cuando ya estaba hincándome sus uñas en la espalda, rasgándomela…

Sentí otra vez la mano al final de la espalda, eso me saco de la ensoñación pero seguía sintiendo sus uñas rozándome la columna. Me gire y le retorcí el brazo, pero no a Sombra, a la persona equivocada…
                -¡Joder que te pasa Al!
                -¡Mierda! Perdona, fue sin querer
                -Menos mal que casi me partes el brazo sin querer
Su mirada irradiaba odio y dolor, pero no sé qué me vería que su enfado amenguo.
-Al, ¿estás bien? ¿Qué te pasa?
-Pe-perdona de verdad, ha sido un simple mareo, no esperaba que te acercaras
-¿Estas segura? ¿Quieres que te lleve a casa? Estabas como en trance…
No podía dejar de mirarle, incluso si no lo tenía a la vista, le sentía. ¿Cómo podía estar pasando? ¿Sombra tendría algo que ver o simplemente mi mala suerte estaba detrás de todo? ¿Karma tal vez?
                                                                                   •••
Fueron pasando los minutos, a veces lentos, a veces demasiado rápidos pero ninguno de ellos me dio el valor suficiente para acercarme a él. ¿Qué podría decirle? ¿Cómo mirarle? Era una tontería, no era él, me había equivocado, si, si era eso. Pero… si era eso… ¿Por qué sentía que me quedaba sin aire con solo tenerle cerca? ¿Por qué sentía la culpa sobre mis hombros? Lo había dejado enterrado, todo, todo lo referente a aquel día, todo sobre él, todo. Fueros muchos años para poder hacerlo, pero parece que eso no ha importado.

Necesitaba un poco de aire, cada vez sentía más opresión, como si me hubieran metido en una caja que cada vez se fuera haciendo más pequeña. 
Salí por la puerta cuan exhalación. Fuera hacia frio, parecía que se acercaba una nevada pero el cielo estaba completamente despejado. Me coloque en una de las mesas, con mi copa y el cigarro recién encendido. Estaba todo tranquilo, oí como alguien más salía del lugar. Era él.
                -Cuanta tranquilidad hay aquí fuera
                -Em.. sí, claro
                -Oh, no me he presentado, me llamo Leo. ¿Y tú eres..?
                -Alicia
                -Encantado Alicia, ¿puedo sentarme contigo?
                -Em.. sí, claro
Con cada paso que daba hacia mí, su olor se hacía más intenso, su corazón mantenía el ritmo, un ritmo que hacía mucho que no oía. Me tranquilizaba.
                -Me siento mal, pero es mi primer día y apenas recuerdo la mitad de los nombres de los de ahí dentro.
                -No te preocupes, es normal. Eso me recuerda que, ¿es por ti todo el revuelo entre las chicas?
                -Parece ser que si
Empezó a reír, como su risa, la risa de Fernando, de él. Dejamos de mirar a las estrellas y nos quedamos durante un momento fijos uno en el otro. Eran los de él.
                -No es que esté intentando ligar conmigo ni nada por el estilo pero, ¿nos conocemos de algo? Me resultas vagamente familiar pero no logro situarte. Es un tanto extraño, como si fuera de toda la vida.
Me quede congelada, ¿qué diablos iba a responderle? Me puse nerviosa y volqué la copa derramándosela encima de la camisa.
                -Oh, santo cielo, perdona.
                -No, no pasa nada, ¿hice algo para incomodarte?
                -No, claro que no, solo estoy algo mareada. Y no, no nos conocemos de nada. Seguro. Perdón por lo de la camisa, te la llevare a la tintorería.
                -Bah, no es nada. Si me invitas a una copa todo quedara en paz, ¿vale?

En ese momento lo note, todo iba a cambiar aunque no sabía si seria para bien o para mal.

lunes, 22 de febrero de 2016

Bleeding heart, capitulo 2

Aun no entiendo cómo me ha podido enredar Verónica para acudir a la dichosa reunión.
Hoy va especialmente hermosa. Ha realzado esos esculturales pómulos, definidos y rosados, llenos de vida, de sangre corriendo por su interior, los gruesos labios vino que exigían chuparlos hasta dejarlos como polvo, las largas piernas, esas que te hacen pensar que tal vez exista el infinito cerrado por unas poderosas curvas que te arrancan el sentido. Es una de las más bellas mujeres con las que me he podido cruzar pero es aún más lista y voraz, como un lobo hambriento esperando una oportunidad.
Creo que eso fue lo que me atrajo de ella y no su gran parecido con él, el primero, el que hizo posible el cambio. Recuerdo que además de sentir un crepitante terror, nacía dentro de mi algo tan salvaje como desconocido. El hambre me estaba desgarrando las entrañas, me arañaba por dentro mientras me subía por la garganta y hacían que toda la mandíbula se desencajara, tirándome de los dientes, como si me los arrancan.
Él seguía ahí, mirándome como cuando observas a un animalillo salvaje que se ha perdido, y sientes pena por su desconcierto, pero él no expresaba pena, más bien aburrimiento y desagrado, como si yo tuviera que saber que ha pasado.
                -¿Sientes eso? Hay una forma de hacerlo callar, solo tienes que salir fuera. No me mires de esa forma, no soy tu enemigo. Te necesito conmigo, tienes algo que quiero y necesito. No me obligues o será todo mucho peor.
¿Realmente era un desconocido? No, no lo era, era lo que había estado esperando durante tanto tiempo. Un salvador. Pero, ¿a qué precio?

El gallo se alzó por encima del silencio, despertando todo a su pasar. Se comenzaron a oír los ruidos, esos tan normales a los que estaba tan acostumbrada y que por un momento me hizo anhelar, no era el mismo sonido de siempre, ahora era todo más nítido, incluso si me concentraba un poco podía oír como Fernando se quitaba las ropas de cama para irse a trabajar. Fue su olor lo que despertó a la bestia.
Todos mis sentidos se pusieron alerta, esperando, como el depredador espera deseoso que su presa, dulce y jugosa, esté más cerca. Me quede detrás de la puerta, pronto saldría por la puerta para encaminarse al trabajo.
Él, se acercó por detrás, sigiloso, y con sus labios, húmedos y correosos, en mi oído:
                -Déjame enseñarte como se hace, no querrás causar el pánico, ¿verdad? Se te podría escapar el desayuno.
Sé que estaba pasando por delante de la puerta, todas las mañanas contaba los pasos de su puerta hasta la mía, y su olor, olor a hombre con una pizca de jabón, pero además algo más dulzón repetitivo.

Fue todo muy rápido, abrió la puerta y salió como una exhalación. No transcurrió más de unos segundos cuando la puerta se cerró y Fernando, con los ojos desconcertados, lo acompañaba.
                -Tan sabroso tentempié. (Le paso su nariz desde la base del cuello hasta la nuca.) Su olor es dulce como la miel, mira como las venas de su cuello palpitan de la excitación mezclada con el terror. Delicioso.

Fernando no había salido de su estupor, nos miraban alternadamente. Tal vez debería de haberle dicho que no pasaría nada, pero una pequeña voz dentro de mí, me decía que eso no me lo creía ni yo misma.
Él, agarro a Fernando desplazando su mano suavemente por el cuello, tocando con cuidado, buscando algo. No podía apartar la mirada, era algo tan erótico y a la vez causaba tan pavor que lo único que podía hacer era mirar.
Se plantó, con la sutiliza de un felino, delante de Fernando. Le sostuvo la barbilla para que este levantara la cabeza y le acuchillo con la mirada. Las venas que surcaban su cuello se fueron relajando junto con él. Fue inclinando suavemente el cuello hacia su lado derecho, dejándolo indefenso.
La Sombra coloco sus manos sobre él, una sujetaba la cabeza, la otra el hombro, todo de forma muy estratégica, así no podría enderezarlo. Después, simplemente se echó sobre Fernando. Él no gritaba, solo salían de sus labios leves quejidos y suspiros. Sombra levanto celosamente la cabeza y la giro para mí, haciéndome ver una sangrienta sonrisa.

No grite tampoco en ese momento, tal vez lo esperaba, tal vez ya sabía que es lo que pasaba. Y cuando me tendió la mano para que me uniera a él, no dude ni un solo segundo.
Pero algo me ataba aún, sabía que no estaba bien lo que estaba a punto de suceder pero mi cuerpo me lo exigía, me llevaba por cuenta propia hacia Fernando. La poca fuerza de voluntad que encontré fue suficiente para apartar a la Sombra. Fernando se desplomaba sobre el suelo y sin darme cuenta le sostenía sobre mi regazo.
Aun estando tan pálido por la pérdida de sangre seguía siendo hermoso. Tan solo tenía 21 años, su piel era aceitunada y suave, salvo en la cara, ese día no se había afeitado y le nacían pequeños pelos rabiosos. Sus labios habían perdido la viveza, pero seguían desprendiendo calor a cada exhalación. El cuerpo era puro acero, y su pecho estaba cubierto de indomable bello. Las manos, fuertes y encallecidas por las duras horas de trabajo, las cuales daban las caricias más suaves.
Sabía que no volvería a ver esos ojos verdes, pero no eran solo verdes, eran de un verde intenso moteado de marrón, era tan intenso que con solo mirarme sabía lo que mi alma inmunda deseaba y no podría tener, a él. No volvería a oír su risa, ni ver su maltrecha sonrisa.
Quería capturarlo en aquel momento, donde nos había intercambiado los papeles: él era la dulce princesa que debía ser rescatada, mientras yo, o podía ser su verdugo o su salvador. Pero eso no podía yo elegirlo, ya lo habían hecho por mí; el oler su sangre y verla sobre mis manos, activo como si fuera un resorte todos mis instintos más primitivos. Me abalance sobre él como una fiera hambrienta, su sangre al tocar mis labios supo cómo el vino más dulce. La sed no hacía más que aumentar y aumentar por lo que cada vez mordía más fuerte, más profundo.
Todo a mí alrededor decía que parara, pero no podía, sentía que si lo hacía moriría por la sed. Algo tiraba de mi mano, no de forma violenta pero si insistente, Fernando. Había abierto los ojos y me miraba atónito y por primera vez en toda la noche me vi, me vi cómo me vio mi madre, como el monstruo que había surgido de las tinieblas y llevaba su cruz desde el momento en que fue concebido. 
Me vi la cara llena con su sangre, unos asquerosos y puntiagudos dientes, los ojos exaltados y negros como la misma noche. ¿En qué me había convertido? ¿Qué diablos estaba haciendo?
Reprimí un grito de espanto. Le deje sobre el suelo y me retire hacia una esquina. Fernando se volvió intentando arrastrarse hacia la puerta, pero él le puso la pierna encima, presionándole sobre el suelo.
                -No está bien dejar la comida a medias, o la acabas, o no la empiezas. Has dejado al pobre pastelito agonizando. No es que me moleste el ruido, pero lo va dejar todo perdido.

Parecía como si estuviera a mi lado, metiéndose dentro de mi cabeza. Presione las rodillas contra el pecho y me rodee la cabeza entrelazando los dedos en el pelo, tirando, un pequeño castigo para semejante barbaridad. Ahora, la sangre que tenía en la boca era mía, los dientes se me clavaban en los labios silenciándolos así y dejándome gritar en el interior.

                -¿Sabes que es lo más delicioso? El corazón, bombea cada gotita de sangre, dulce y deliciosa sangre.

Con su pie sobre la espalda de Fernando empezó a presionar, los huesos se fueron rompiendo como si fueran el caparazón de un insecto. Se inclinó sobre Fernando, se paró un momento sobre el cuerpo y se volvió a mirarme mientras bajaba la mano.
En menos de un pestañeo le atravesó la espalda, Fernando estaba arqueándola presa del dolor. No lo hizo rápido, disfrutaba con lo que hacía.
No podía seguir mirando. En cuanto aparte la mirada saco su mano del pecho con el corazón, débil, aun palpitando.
El chico, ese chico de piel aceitunada, gruesos labios, de sonrisa arrolladora, mente inquieta, ingenioso…El chico que me quitaba los suspiros, ya no volverá a hacerlo.
-¿Qué tal si cambiamos el tercer y séptimo punto? Así quedaría bien fijado y no habría después problemas.

-Estoy de acuerdo, pero el duodécimo tampoco está bien, se podría utilizar en nuestra contra por un término mal empleado.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Bleeding heart

Semejante tormenta como la de hoy, me trae recuerdos tan nítidos como si hubiera sido ayer cuando presencie una de las tormentas más destructivas que asolo las tierras. Pero ha pasado mucho tiempo desde entonces, y desde allí, es cuando todo comenzó.
No creo que nunca llegara a imaginar lo que pasaría. Las tormentas siempre me han albergado cierta paz interior acompañada de un buen libro y algún vino. Esta vez, el vino era tan agrio como quien lo sirvió. Permanece inmóvil junto a mi febril mano. Hacía meses, sentía que la tormenta residía dentro de mí y por esta vez, no podría disfrutar de ella.
Estaba cavilando en mis ensoñaciones por lo que no aprecie el repentino silencio que abrigaba el lugar. Cuando me gire para apreciar que ocurría, prácticamente me encontraba a solas con el tabernero. Debería de haberme dado cuenta de la extraña sombra, pero la embriaguez del amargo alcohol y el cansancio, me desorientaron.
Mientras me arrastraba a duras penas hacia el dulce hogar, solo podía pensar en que tal vez había llegado por fin el día, todo acabaría en un anhelado sueño. Por lo que ahora se, la Sombra, como buena depredadora, no dejaría a su presa tan fácilmente, es algo que he podido aprender.
Lo tenía todo preparado, solo unos minutos más. ¿Qué mejor, que morir cuando naciste? La idea es tan atrayente como arrolladora.
Unos incesantes golpes me sacaron de mis ensoñaciones, la Sombra ya estaba aquí. Cuando me acerque a la ventana para ver quién era, solo la oscuridad me devolvía la mirada, pero la puerta seguía siendo aporreada. Con cautela llegue hasta ella, la abrí dejando una pequeña rendija. Nada. Solo la oscuridad.
El reloj suena, llegaba tarde a mi cita con una vieja enemiga, pero cuando estoy en la puerta de la pequeña salita hay algo distinto, es como si el ambiente hubiera cambiado. El aire estaba más pesado y aunque la chimenea, con sus insinuantes lenguas de fuego crepitaba, un desolado frio se atenazaba en mis entrañas. Supuse que podría ser el miedo por no ver un nuevo día, la ingenuidad siempre ha sido una de mis mayores debilidades. Me acomode en el diván, nada mejor que irse con clase. ¿Tal vez una última nota? ¿Debería de dar explicación alguna? A nadie le importaba, seria tomarse el justo tiempo que quedaba para nada.
La habitación estaba totalmente cerrada, el humo empezaba a ser notable. El momento llegaba, solo quedaban las pastillas.
Ya estaba todo hecho, solo quedaba esperar a que las tinieblas me llevaran con ellas. Mis parpados eran tan pesados que no podía mantenerlos abiertos, mis pulmones se quejaban, pues apenas podían conseguir oxígeno. Mi cuerpo se sentía tan cómodo y en paz. Todo acababa, al fin.
                                                                      ●●●
Algo me presionaba la mandíbula, abriéndome la boca. No sé de qué se trataba, pero parecía ácido lo que se deslizaba por mi garganta. Mis ojos necesitaban ver que era lo que estaba sucediendo, pero no había nada que ver, salvo quizás, una sonrisa puntiaguda.
                -No serviría de nada que estuvieras enferma durante toda la eternidad, por lo que he presenciado es algo realmente doloroso y seria cruel de mi parte.
Después de ello recuerdo un intenso dolor desde la muñeca hasta el resto del cuerpo. Sentía que en cualquier momento empezaría a arder.
Cada célula de mi cuerpo moría para volver a resurgir del veneno. Mis músculos se convulsionaban, no tenía control sobre nada. Mi mente funcionaba a mil por hora; me sentía presa en mi mente.
Y en un instante, no sabía si el dolor se había vuelto tan intenso y mis terminaciones nerviosas se esfumaron o al fin había acabado todo. De pronto, todo se quedó en el vacío.
                                                                    ●●●
La luz parecía demasiado brillante. Los sonidos, eran demasiado fuertes. Y los olores, mejor no recordaría como olía. Todo parecía más intenso que unas horas atrás. La cabeza me palpitaba, en el pecho un dolor sordo se extendía. Al levantarme, note como si me estuvieran clavando la mirada en la nuca, poco a poco me fui girando y le encontré de frente: la Sombra.
                -No sabía cuánto más ibas a tardar en el despertar. Has tardado más de lo normal. Espero que eso no sea un problema.
Tenía los ojos prácticamente fuera de las órbitas. No sabía quién demonios era aquel tipo y aún menos que hacía en mi casa. Me estaba mirando fijamente, tenía unos ojos rojizos  bastante impactantes y una sonrisa más parecida a una mueca…

-Vamos Al, no querrás llegar tarde a la reunión, ¿no?
-Oh, sí claro ya voy, un momento.
La tormenta ha descargado parte de toda su furia y ahora deja que unos suaves rayos de sol perforen las nubes. Aún persiste el aroma de la lluvia, ese a hierva recién cortada con cierto toque de humedad.

Necesito un tentempié antes de irme, así que llamo al camarero, un guapo afroamericano de preciosos ojos café, me será suficiente con él. 

lunes, 27 de abril de 2015

Into the books... la bella durmiente, despierta

Volví a despertarme sola, era todo muy confuso y los recuerdos se mezclaban entre sí... La movilidad la tenía completamente perdida, el simple intento me provocaba un dolor increíble. Llame a todo ser que podría ayudarme, no tuve respuesta.

Me movía entre la vigilia y el sueño, no sabía si lo que veía era cierto o era parte del sueño, era todo tan confuso, y solo provocaba más dolor.

Las palabras de Sabio o al menos de la persona que estuvo a mi lado venían a mi mente, mezclándose con los susurros. Era una maldita locura, todo estaba patas arriba y nada tenía sentido, al menos, lógico.
Lo único que siempre quedaba eran los susurros, no sé qué demonios querían ni de donde provenían ni que decían, al menos eran la única compañía, casi podría decir que ya me eran familiares.
Deje que las voces me envolvieran y me llevaran con ellas...

-¿Quieres un poco de compañía?
-(De mi interior salió una voz un ronca y áspera) No estaría mal, pero, ¿quién eres?
-Soy Aurora aunque también me conocen como la bella durmiente.
-No he leído, pero estas aquí, no puede ser.

Se encogió de hombros y se acercó más a mí. Era cierto que parecía sacada de un cuento de hadas, era muy hermosa y tenía un precioso vestido con detalles que parecían insignificantes pero que transmitían si los observabas con detenimiento.

-Pocas veces suceden las cosas como las planeamos o esperamos, no por ello debemos de despreciarlo o infravalorarlo. 
-No es eso, estoy demasiado cansada como para seguir pensando en cosas absurdas y sin sentido. Agradezco que estés aquí conmigo, no sé dónde se habrán metido el resto. 
-¿Sabes? Toda historia tiene más de una versión, porque cada narrador tiene un punto de vista que le cambia la perspectiva. Mi historia ha sido contada de mil formas distintas y casi ninguna se acerca a la verdadera, tan solo yo y mis seres cercanos conocemos la verdad de lo sucedido, incluso aquellos que ni de cerca estaban entendidos. Dices que estás sola, pero ¿es realmente así? ¿Te has parado a pensar por un momento donde te encuentras y donde podrían estar ellos? ¿No te extraña nada de lo que pasa a demás (se señala así misma) de lo presente? ¿Porque estás aquí? 
-Es, es mi casa, ¿dónde si no debería estar? Y, no entiendo lo que me dices, la cabeza me está matando.
-Querida, el dolor de cabeza no te está matando, al contrario, intenta despertarte para que sigas viviendo. 
-De verdad Aurora, no tengo ni la más remota idea de lo que me estás hablando. ¿Porque me habláis de despertar? ¿Y eso de que voy a morir o lo estoy haciendo? ¿Porque no me decís lo que pasa y ya está?
-Mi niña, mi dulce y pequeña niña, ¿qué sentido tendría la vida si te lo sirvieran todo en bandeja de plata? Mírate, ahí, tumbada lamentándote. No has hecho otra cosa en el tiempo que aquí llevas, no te he visto luchar por nada.
-No puedo entender porque te comportas de esa manera, no te he hecho nada para que me trates así
-A mí no me habrás hecho nada, pero te has rendido, has abandonado la guerra sin enfrentar batalla, te ha faltado tiempo para salir corriendo como una miserable cobarde.
-Ya, ya basta por favor. No puedo seguir, el mundo me pesa, es como si hubieran sacado todo lo que tengo, como si el corazón me lo hubieran sacado del pecho. Sé que algo no va bien, que algo está fallando, yo. No es fácil pero tengo un límite, el límite está ya rebosando. Aguanta un poco más, sigue... Una y otra vez la misma dichosa frase. Pues no, no puedo aguantar más, no puedo seguir con esta locura que me está torturando, que me asfixia. Entiéndeme.
-No, no puedo hacerlo. Soy tu último recurso, tu último aliento. Yo tarde cien años en despertarme, tú no tienes ni un tercio de ese tiempo. Tienes que salir de esta burbuja de la que te niegas a salir, tienes que despertarte y enfrentarte a la realidad. Debes continuar, no solo por ti, sino por la gente que te quiere. No debes de aferrarte a la niña que un día fuiste, a una niña que tenía un cuento de hadas por vida, una niña que lo tenía todo. Debes ser fuerte, luchar. 

Pasaron uno minutos que parecieron siglos, la cabeza me iba a mil por hora, ¿qué demonios iba a hacer ahora? En los ojos de Aurora se ilumino la tristeza, ella conocía secretos que yo apenas lograba rozar. Esos perfectos zafiros marinos se llenaron de lágrimas.

-Mi tesoro, no te sucederá nada, me quedare contigo hasta el último suspiro, (aferro mi mano sobre las de ella, como se intenta capturar a mariposa entre las manos) no te dejare nunca, no importa lo lejos que estés, voy a estar ahí, protegiéndote.

No sé si lo decía de verdad o tan solo quería creerlo, pero se inclinó sobre mí. Me beso la frente como lo haría una madre con su retoño cuando comenzó a dar vueltas el cuarto...    

Tic tac, tic tac, tic tac,tic tac...BUM

Todo exploto, todo lo que tenía en mente se volvió blanco, ningún pensamiento sobrevivió. No quedo nada, por un instante todo se congelo, incluso los lentos latidos de mi corazón.
No sé en qué momento comencé a llorar, no sé en qué momento se disipo el dolor y me situé delante de un volante cantando: The final countdown.

-Will things ever be the same again. It's the final countdown... The final countdown. Ooh oh... (La radio empezó a perder la señal, llevaba días así) Vamos no puedes fallar en la mejor parte, vamos estúpida empieza a funcionar. (Solo paso un instante, solo aparte la mirada una milésima de segundo, o tal vez dos, pero no más)

Todo sucedió muy rápido, estaba dando vueltas hasta que algo me paro en seco. No podía moverme, tenía las piernas paralizadas, el brazo lo tenía en una posición bastante extraña. 
El lugar se encontraba en un relativo silencio cuando el dolor empezó, era un dolor tan intenso que intentaba salir de mí a través de un grito desesperado, pero nada salió de mí, ni un sonido que pudiera escuchar o sentir. La sangre brotaba como el agua de una fuente, sin prisa pero sin pausa, los ojos me pesaban de forma considerable, el dolor ahora parecía algo lejano pero aún seguía persistente. 
No sé cuánto tiempo paso, o si alguien vendría a ayudarme, me costaba respirar pues tenía el volante encajado en el pecho, me aplastaba. Trocitos de cristal adornaban tanto mi ropa como la piel. 
Tenía mucho sueño, las piernas ya no me dolían, apenas las sentía...Una sirena se escuchaba muy lejos, quería gritar pidiendo ayuda pero solo pude emitir un gruñido. 
.
.
.
Sentí el peso de un beso sobre mi frente, los ojos parecían no querer abrirse, me costó una vida poder abrir los parpados aunque si hubiera sabido la pesadilla que me esperaba fuera, no creo que lo hubiera hecho. 
Era todo muy blanco y brillaban mucho las luces. Una mujer me observaba con los ojos como platos, alguien llamo al médico. No sé cuántos tubos salían de mí y tampoco los que entraban, un collarín me dificultaba el movimiento, mis piernas no hicieron nada por moverse. Junto a varios ramos de apestosas flores había cuentos, eso me recordaba a algo pero no sé lo que podría ser, todo estaba revuelto y sin forma. 

-Hola, soy el doctor Fernández, llevas hospitalizada varias semanas. ¿Recuerdas algo antes del accidente?
-¿Qué accidente? (La voz que escuche, no sabría decir si realmente salió de mí, era tan extraña y escabrosa que no podría reconocerla)   
-Puede que ahora te encuentres un poco desorientada y que falten trozos de tu memoria, es normal en estos casos. Te haremos pruebas e intentaremos ayudarte en todo lo que se pueda. 
-¿Porque no puedo mover las piernas?
-Eso, bueno, en el accidente tus piernas quedaron aplastadas, los huesos estaban hechos añicos, fue difícil reconstruirlas pero han quedado secuelas. Tal vez con rehabilitación consigamos que tengas algo más de movilidad, no hay que perder la esperanza. 
-¿Alguien más resulto herido?
-Bueno, tal vez eso debamos de hablarlo más adelante, cuanto te encuentres mejor, un exceso de información después de semejante shock podría sobrecargar tu cerebro de información y no sabemos como eso te afectaría.
-¿Alguien más resulto herido?

Vi que otras personas entraban por la puerta, la mujer que me había dado el beso en la frente los miraba con los ojos aún muy abierto. No me contarían nada, me ocultarían lo que fuera que había pasado, pero ¿quién demonios son ellos para ocultarme nada?

-¿Me queréis decir qué diablos está pasando? ¿Y porque esta esta gente aquí? ¿Quiénes sois?

Otro silencia y un cruce de miradas, eso fue lo único que pude obtener, el muchacho que entro con el hombre se acercó a mí. Tenía los ojos hinchados y parecía maltrecho, un precioso pelo rizado caoba estaba maltratado, como si o hubiera dejado de tocárselo y tirarse de él.

-Cuando tuviste el accidente... (No llego a terminar la frase pues la mujer le cortó en seco)
-César, ni se te ocurra seguir, no le puedes hacer eso
-Pero ha preguntado, tiene que saberlo. (Se volvió y me miró fijamente) Cuando tuviste el accidente, te estrellaste contra otro coche, el padre no sobrevivió aunque las niñas quedaron con unas heridas, están bien. Por lo visto te metiste en el carril contrario y chocasteis de frente, diste unas vuelvas hasta que un árbol absorbió el golpe. Te estabas desangrando cuando llego la ambulancia, tenías las piernas machacadas, el brazo roto y el otro con un feo corte, y un monto de cosas médicas que no sabría explicarte, prácticamente te habíamos perdido pero aguantaste, aguantaste un poco más y, aquí estas, después de casi un mes en coma.


Pensé que la verdad me ayudaría pero, hubiera preferido vivir en la ignorancia.