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lunes, 27 de abril de 2015

Into the books... la bella durmiente, despierta

Volví a despertarme sola, era todo muy confuso y los recuerdos se mezclaban entre sí... La movilidad la tenía completamente perdida, el simple intento me provocaba un dolor increíble. Llame a todo ser que podría ayudarme, no tuve respuesta.

Me movía entre la vigilia y el sueño, no sabía si lo que veía era cierto o era parte del sueño, era todo tan confuso, y solo provocaba más dolor.

Las palabras de Sabio o al menos de la persona que estuvo a mi lado venían a mi mente, mezclándose con los susurros. Era una maldita locura, todo estaba patas arriba y nada tenía sentido, al menos, lógico.
Lo único que siempre quedaba eran los susurros, no sé qué demonios querían ni de donde provenían ni que decían, al menos eran la única compañía, casi podría decir que ya me eran familiares.
Deje que las voces me envolvieran y me llevaran con ellas...

-¿Quieres un poco de compañía?
-(De mi interior salió una voz un ronca y áspera) No estaría mal, pero, ¿quién eres?
-Soy Aurora aunque también me conocen como la bella durmiente.
-No he leído, pero estas aquí, no puede ser.

Se encogió de hombros y se acercó más a mí. Era cierto que parecía sacada de un cuento de hadas, era muy hermosa y tenía un precioso vestido con detalles que parecían insignificantes pero que transmitían si los observabas con detenimiento.

-Pocas veces suceden las cosas como las planeamos o esperamos, no por ello debemos de despreciarlo o infravalorarlo. 
-No es eso, estoy demasiado cansada como para seguir pensando en cosas absurdas y sin sentido. Agradezco que estés aquí conmigo, no sé dónde se habrán metido el resto. 
-¿Sabes? Toda historia tiene más de una versión, porque cada narrador tiene un punto de vista que le cambia la perspectiva. Mi historia ha sido contada de mil formas distintas y casi ninguna se acerca a la verdadera, tan solo yo y mis seres cercanos conocemos la verdad de lo sucedido, incluso aquellos que ni de cerca estaban entendidos. Dices que estás sola, pero ¿es realmente así? ¿Te has parado a pensar por un momento donde te encuentras y donde podrían estar ellos? ¿No te extraña nada de lo que pasa a demás (se señala así misma) de lo presente? ¿Porque estás aquí? 
-Es, es mi casa, ¿dónde si no debería estar? Y, no entiendo lo que me dices, la cabeza me está matando.
-Querida, el dolor de cabeza no te está matando, al contrario, intenta despertarte para que sigas viviendo. 
-De verdad Aurora, no tengo ni la más remota idea de lo que me estás hablando. ¿Porque me habláis de despertar? ¿Y eso de que voy a morir o lo estoy haciendo? ¿Porque no me decís lo que pasa y ya está?
-Mi niña, mi dulce y pequeña niña, ¿qué sentido tendría la vida si te lo sirvieran todo en bandeja de plata? Mírate, ahí, tumbada lamentándote. No has hecho otra cosa en el tiempo que aquí llevas, no te he visto luchar por nada.
-No puedo entender porque te comportas de esa manera, no te he hecho nada para que me trates así
-A mí no me habrás hecho nada, pero te has rendido, has abandonado la guerra sin enfrentar batalla, te ha faltado tiempo para salir corriendo como una miserable cobarde.
-Ya, ya basta por favor. No puedo seguir, el mundo me pesa, es como si hubieran sacado todo lo que tengo, como si el corazón me lo hubieran sacado del pecho. Sé que algo no va bien, que algo está fallando, yo. No es fácil pero tengo un límite, el límite está ya rebosando. Aguanta un poco más, sigue... Una y otra vez la misma dichosa frase. Pues no, no puedo aguantar más, no puedo seguir con esta locura que me está torturando, que me asfixia. Entiéndeme.
-No, no puedo hacerlo. Soy tu último recurso, tu último aliento. Yo tarde cien años en despertarme, tú no tienes ni un tercio de ese tiempo. Tienes que salir de esta burbuja de la que te niegas a salir, tienes que despertarte y enfrentarte a la realidad. Debes continuar, no solo por ti, sino por la gente que te quiere. No debes de aferrarte a la niña que un día fuiste, a una niña que tenía un cuento de hadas por vida, una niña que lo tenía todo. Debes ser fuerte, luchar. 

Pasaron uno minutos que parecieron siglos, la cabeza me iba a mil por hora, ¿qué demonios iba a hacer ahora? En los ojos de Aurora se ilumino la tristeza, ella conocía secretos que yo apenas lograba rozar. Esos perfectos zafiros marinos se llenaron de lágrimas.

-Mi tesoro, no te sucederá nada, me quedare contigo hasta el último suspiro, (aferro mi mano sobre las de ella, como se intenta capturar a mariposa entre las manos) no te dejare nunca, no importa lo lejos que estés, voy a estar ahí, protegiéndote.

No sé si lo decía de verdad o tan solo quería creerlo, pero se inclinó sobre mí. Me beso la frente como lo haría una madre con su retoño cuando comenzó a dar vueltas el cuarto...    

Tic tac, tic tac, tic tac,tic tac...BUM

Todo exploto, todo lo que tenía en mente se volvió blanco, ningún pensamiento sobrevivió. No quedo nada, por un instante todo se congelo, incluso los lentos latidos de mi corazón.
No sé en qué momento comencé a llorar, no sé en qué momento se disipo el dolor y me situé delante de un volante cantando: The final countdown.

-Will things ever be the same again. It's the final countdown... The final countdown. Ooh oh... (La radio empezó a perder la señal, llevaba días así) Vamos no puedes fallar en la mejor parte, vamos estúpida empieza a funcionar. (Solo paso un instante, solo aparte la mirada una milésima de segundo, o tal vez dos, pero no más)

Todo sucedió muy rápido, estaba dando vueltas hasta que algo me paro en seco. No podía moverme, tenía las piernas paralizadas, el brazo lo tenía en una posición bastante extraña. 
El lugar se encontraba en un relativo silencio cuando el dolor empezó, era un dolor tan intenso que intentaba salir de mí a través de un grito desesperado, pero nada salió de mí, ni un sonido que pudiera escuchar o sentir. La sangre brotaba como el agua de una fuente, sin prisa pero sin pausa, los ojos me pesaban de forma considerable, el dolor ahora parecía algo lejano pero aún seguía persistente. 
No sé cuánto tiempo paso, o si alguien vendría a ayudarme, me costaba respirar pues tenía el volante encajado en el pecho, me aplastaba. Trocitos de cristal adornaban tanto mi ropa como la piel. 
Tenía mucho sueño, las piernas ya no me dolían, apenas las sentía...Una sirena se escuchaba muy lejos, quería gritar pidiendo ayuda pero solo pude emitir un gruñido. 
.
.
.
Sentí el peso de un beso sobre mi frente, los ojos parecían no querer abrirse, me costó una vida poder abrir los parpados aunque si hubiera sabido la pesadilla que me esperaba fuera, no creo que lo hubiera hecho. 
Era todo muy blanco y brillaban mucho las luces. Una mujer me observaba con los ojos como platos, alguien llamo al médico. No sé cuántos tubos salían de mí y tampoco los que entraban, un collarín me dificultaba el movimiento, mis piernas no hicieron nada por moverse. Junto a varios ramos de apestosas flores había cuentos, eso me recordaba a algo pero no sé lo que podría ser, todo estaba revuelto y sin forma. 

-Hola, soy el doctor Fernández, llevas hospitalizada varias semanas. ¿Recuerdas algo antes del accidente?
-¿Qué accidente? (La voz que escuche, no sabría decir si realmente salió de mí, era tan extraña y escabrosa que no podría reconocerla)   
-Puede que ahora te encuentres un poco desorientada y que falten trozos de tu memoria, es normal en estos casos. Te haremos pruebas e intentaremos ayudarte en todo lo que se pueda. 
-¿Porque no puedo mover las piernas?
-Eso, bueno, en el accidente tus piernas quedaron aplastadas, los huesos estaban hechos añicos, fue difícil reconstruirlas pero han quedado secuelas. Tal vez con rehabilitación consigamos que tengas algo más de movilidad, no hay que perder la esperanza. 
-¿Alguien más resulto herido?
-Bueno, tal vez eso debamos de hablarlo más adelante, cuanto te encuentres mejor, un exceso de información después de semejante shock podría sobrecargar tu cerebro de información y no sabemos como eso te afectaría.
-¿Alguien más resulto herido?

Vi que otras personas entraban por la puerta, la mujer que me había dado el beso en la frente los miraba con los ojos aún muy abierto. No me contarían nada, me ocultarían lo que fuera que había pasado, pero ¿quién demonios son ellos para ocultarme nada?

-¿Me queréis decir qué diablos está pasando? ¿Y porque esta esta gente aquí? ¿Quiénes sois?

Otro silencia y un cruce de miradas, eso fue lo único que pude obtener, el muchacho que entro con el hombre se acercó a mí. Tenía los ojos hinchados y parecía maltrecho, un precioso pelo rizado caoba estaba maltratado, como si o hubiera dejado de tocárselo y tirarse de él.

-Cuando tuviste el accidente... (No llego a terminar la frase pues la mujer le cortó en seco)
-César, ni se te ocurra seguir, no le puedes hacer eso
-Pero ha preguntado, tiene que saberlo. (Se volvió y me miró fijamente) Cuando tuviste el accidente, te estrellaste contra otro coche, el padre no sobrevivió aunque las niñas quedaron con unas heridas, están bien. Por lo visto te metiste en el carril contrario y chocasteis de frente, diste unas vuelvas hasta que un árbol absorbió el golpe. Te estabas desangrando cuando llego la ambulancia, tenías las piernas machacadas, el brazo roto y el otro con un feo corte, y un monto de cosas médicas que no sabría explicarte, prácticamente te habíamos perdido pero aguantaste, aguantaste un poco más y, aquí estas, después de casi un mes en coma.


Pensé que la verdad me ayudaría pero, hubiera preferido vivir en la ignorancia.
  

   

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