Después de unas diez o doce llamadas Jules seguía sin
cogerme el teléfono, ¿será que ya le había atrapado? No podría ser, era
demasiado listo, demasiado astuto para ello, pero es de Sombra del que estamos
hablando. No tenía tiempo para estar pensando en suposiciones, tenía que
deshacerme del cuerpo y limpiarlo todo, tenía que prepararme para lo que se
avecinaba.
No sabía ni por dónde empezar, hacía años que no tenía un cadáver
en casa. El hedor era tal que se me estaba pegando por dentro, no debía dejarlo
todo abierto ya que alguien podría ver lo que pasaba aquí dentro. ¿Dónde diablos
iba a meter a aquella chica? Deshacerme de ella en cualquier lugar podría conducirles
hasta mí, tal vez. Tampoco podía dejarla allí hasta saber que hacer ya que
Sombra podría haber planeado algo y tenderme una trampa.
¡AAAAAAHHHH! Me estaba volviendo loca. Respirar hondo y
centrarme, si, no podía dejarle entrar otra vez, había un plan tenía que
seguirlo, con o sin Jules esto tenía que seguir adelante. Debía de contactar
con los otros y advertirles. No estábamos ya seguros, no sabía cuánto tiempo
nos quedaría ni quienes caeríamos.
Deje el baño para el final, no podía entrar allí. Así que,
al cabo de unas horas estaba prácticamente todo recogido pero la pestilencia
que invadía el baño no paraba de recordarme que me estaba esperando allí, con
sus ojos fijos que me seguían, haciéndome culpable de que hubiera muerto, dejándome
sus últimos miedos y dolor presentes. Estaba a punto de entrar para acabar de
una vez con todo aquello, pero el móvil empezó a sonar. Era Jules.
-¿Estas
bien? Ha estado aquí, estaba todo lleno de sangre, me ha dejado un mensaje y un
regalo. ¿Jules?
-Sí, sí, estoy bien. ¿Cómo te ha podido
encontrar?
-No lo sé, antes de llegar sentí
que alguien me estaba observando, quizás alguien se lo filtrara o… no lo sé
Jules. Hay que empezar con el plan, no le podemos dejar que siga en marcha con
el sacrificio. ¿Y porque no me has contestado? Pensé que te habría pillado.
-Perdona, he estado ocupado, por lo visto él
ha estado en más refugios. Se ha llevado a varios ya Al, se los ha llevado. El
plan no va a funcionar, todo ha empezado ya.
-¿Qué estás diciéndome Jules?
¿Te estas rindiendo? Sabes también como yo lo que eso significaría, no podemos,
sabes que no podemos hacerlo.
-No, ya, pero tal vez… tal vez podamos
salvarnos si nos entregamos, ya sabes que no le gusta el juego del ratón y el
gato. Somos muchos y sabes que somos de sus favoritos, nos perdonara.
-¿Pero qué coño me estas
contando? ¿Ya no te acuerdas de las torturas, de las violaciones, de lo que nos
hizo hacer? Porque yo lo vivo cada vez que cierro los ojos, todo vuelve. No me
lo puedo creer, es imposible. Estas de broma, ¿no? ¿Jules?
-Piénsalo, ¿vale? Todo puede irnos bien si
lo hacemos.
-Ha estado allí, ¿no es así?
Te ha convencido para toda esta perorata. ¿Qué te ha hecho?
No llegue a oír su respuesta, la llamada se había cortado.
Tal vez el miedo se estaba apoderando de él y por eso se había puesto así, sí,
claro, tenía que ser eso, no nos podía traicionar después de tanto por lo que habíamos
pasado. Aun con todo dándome vueltas en la cabeza me dirigí hacia el baño,
cuanto antes acabara antes empezaría el plan y buscaría a los que aun quedábamos.
Antes de abrir la puerta sentí un escalofrió recorrerme la
espalda, algo andaba mal. Puse la mano en el pomo y lo hice girar, lentamente
se fue abriendo la puerta para mostrarme un baño completamente recogido, sin
ninguna mancha de sangre, ni cuerpo en descomposición, nada.
¿Cómo diablos…? ¿Qué es lo que había pasado? Solo había estado
al teléfono unos minutos…bueno, es cierto que llevaba horas la puerta cerrada
pero…salvo que…
Todo ocurrió muy rápido. En el segundo que tarde en darme la
vuelta para ver que ocurría ya la tenía encima. La misma chica que hacia horas
estaba muerta en la bañera de mi piso ahora la tenía encima de mí intentando
arrancarme la cabeza.
Me había tumbado, con el impacto del golpe, en el suelo.
Esta sobre mi pecho intentando inmovilizarme y buscando mi cuello con manos y
boca. No me resulto demasiado difícil de deshacerme de ella, pero volvió a
atacar. Su fuerza no hacía más que aumentar, más se enfadaba, más fuerte era. Sus
ojos estaban al rojo vivo y se empezaban a teñir de negro…
-Tranquilízate,
¿vale? Dime quien eres y porque estabas aquí
-¿Cómo crees que sonaran tus huesos mientras
los rompo uno a uno? ¿O si te desuello? Me encantaría oír como te arranco la
cabeza, como se separa cada musculo, fibra por fibra. Como las cervicales se
separan. Como tu piel se estira hasta separarse…
Se lanzó contra mí y solo por los pelos pude esquivarla.
Ella era la depredadora y yo me había convertido en su presa. Tenía demasiados
años y experiencia como dejar que una iniciada pudiera conmigo. La agarre del
pelo y le estampe la cabeza contra el suelo, una y otra vez hasta que me agarro
de la mano con la que la sujetaba y me lanzaba por encima de ella estrellándome
sobre el cabezal de la cama.
La nariz la tenía completamente aplastada ensangrentándole
toda la cara, pero eso no le quitaba la sonrisa socarrona. Me miraba como si
ella supiera algo que yo desconocía. Aunque tuviera que sacarle la piel a tiras
acabaría enterándome de ello, por algo él la había dejado allí. Una furia ciega
se estaba apoderando de mí, arranco uno de los barrotes del cabezal, el juego
se había acabado de una maldita vez.
Me baje de la cama sin romper el contacto visual, esperando
el ataque. Saco una daga de algún sitio. Me era demasiado familiar como para no
reconocerla. Un instante después estaba lanzándome contra ella, asestándole golpes
con la barra, lo único que conseguí fue hacerle cortes. Su cuchilla me había asestado
en los brazos y en la pierna derecha, eran fuego recorriéndome. Lo único que veía
era rabia. Golpes más fuertes, intentos más mortales. Me estaba agotando
demasiado rápido y ella seguía tan bien, sus cortes y huesos se estaban
curando, los míos no. Le atravesé el hombro en un intento de traspasarle el corazón.
La deje clavada a la pared y le arrebate la maldita daga. Se la puse en el
cuello, su espantosa sonrisa flaqueaba. Removí la barra con la que la había ensartado
arrancándole un grito, era música para mis oídos.
-¿Qué tal
te parece si empezamos con el desuello?
Le descoloque las hombros, me daría el tiempo suficiente
para poder ir a por algo para agarrarla. Tome el resto del cabecero y lo puse
cerca. En cada muñeca le ensarte otra barra, podría resultar hasta cómico si no
fuera por la rabia que me estaba dominando.
-Bueno
pajarito, ¿vas a empezar a cantar o tengo que ir quitándote las plumas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario