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domingo, 11 de noviembre de 2012

Una historia que contar...12

La princesa no paraba de pensar si realmente valía dar la vida por alguien que no le cedió ni un suspiro. Pensando en todo lo sucedido, se dio cuenta que Leandro lo único que le causo era daño, nada más. Se dio también cuenta de que a él no le importaba ella, que todo era mentira hasta cuando le dijo de volver a irse y las noches posteriores.
Había sido una necia, tendría que haberle olvidado, no tendría que haber empezado nada.
Tenía que salir de ahí como fuese y recuperar lo que era suyo, salvar a Rober y acabar con Leandro.
Todo el amor que un día sintió por él se convirtió en rabia y era hora de hacerle pagar con creces todo lo que había hecho.
No sabia ni como, ni por donde escaparía pero tenía que ser antes de la boda de Leandro, antes de que Rober muriera.
Intento forzar la puerta pero no hubo éxito  ni tampoco el soborno al guardia, solo le quedaba la pequeña ventana, pero necesitaba una cuerda o algo para poder bajar por ahí. Así pues esperaría que el hechicero volviera a verla y con algún cuento le haría que le diera lo que necesitaba.

El hechicero estaba haciendo la pócima para Leandro, pero algo fallaba. Le faltaba algo y era extraño porque había seguido todos los pasos y echado todos los ingredientes...
El hechizo estaba principalmente compuesto por el sentimiento más fuerte del mundo: el amor. En este caso era de Joana hacia Leandro, por eso el no sospechaba nada porque pensaba que Amelia era Joana.
Pronto el hechicero se dio cuenta que todo era por Joana, que sus sentimientos hacia Leandro habían cambiado y por ello no funcionaba.
Fue a verla para comprobar si estaba en lo cierto o no, y la encontró en una esquina tirándose del pelo y cantando, parecía estar loca.
Se levanto y corrió hasta donde estaba el hechicero.

+Hola querida, ¿viniste a tomar el té? Siento que este todo tan desordenado es que los niños no paran.
-¿Joana?
+¿Si, Joana? Ay, perdona mi torpeza siéntate y ponte cómoda.
-¿Qué te sucede?
+Nada, si estoy mejor que bien. Niños a comer.
-No hay nadie más
+Si que los hay, son mis hijos con Rober,  aunque tu ya sabes la verdad jijiji.
-¿Cual verdad?
+Que son de Leandro pero jamás lo debe de saber Rober.
-Joana, ¿sientes algo aún por Leandro?
+Mmm, déjame pensar...no 
-Pero si os amabais 
+Ya pero...
-¿Qué?

Se volvió corriendo a la esquina, se sentó y comenzó a mecerse. Estaba totalmente ida.

-Quizás esa es la causa por la cual no funcionaba el brebaje, tengo que hacer algo.
+Tu, si tu, ven.
-¿Si?
+¿Me puedes dar una cuerda?
-¿Para que?
+Para trenzarla, es que...los niños me ponen nerviosa y eso me tranquiliza.
-Bueno, aquí la tendrás pero siempre alguien te estará controlando.
+Vale, ¿no te quedas para el té?
-No

Cuando salio el hechicero, a la princesa se le dibujo una sonrisa de oreja a oreja.

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