Que maleducada soy, os empiezo a contar mi absurda historia y ni siquiera me presento, me llamo Alexia y soy esa estúpida que sale en los periódicos esta semana, seguro que escucharas hablar de mi y que te contaran un montón de historias, creete menos de la mitad y la otra mitad no le hagas ni caso.
Hay muy poca gente que me conozca algo más que la mayoría, también es esa gente a la que más daño hice por ser tan idiota. Los desprecie y no me di cuenta de la falta que me hacían no me fije en como era cuando estaba con ellos.
Eso si que eran amigos y los demás eran tonterías, aunque no me importaba demasiado rodearme de imbéciles sin cerebro a los que solo les importaba ser populares. Ahora me doy cuenta lo patéticos que eran, bueno también que yo era. Daría lo que fuera por haberme quedado como esa patito feo que le temía a los matones de turno y no ser esa barbie bobalicona.
Pero no, poco a poco me fui transformando. Al año siguiente de que entra al instituto entro otra chica, Carolina, era como yo pero eso no me impidió unirme al grupo de matonas y humillarla como un año anterior me lo hacían ami. Pero eso no funciono pues yo era el saco de boxeo favorito de Diva. Le conté a Carolina el porque de lo que hice y lo más sorprendente es, que me entendía. Teníamos un montón de cosas en común y nos fuimos haciendo amigas poco a poco, pero toda lenteja tiene dos caras ¿no? Pues ella no iba ha hacer menos, me traiciono, me vendió revelando todos mis secretos, todas las conversaciones que habíamos tenido, pero claro trucando lo dicho.
Desee que la tierra me tragara pero seguro que se hubiera atragantado conmigo, desde ese día empece a desconfiar de la gente, a esperar cierto tiempo para poder confiar en ellos pero era demasiado idiota y caía una y otra vez. Aunque odiara a Carolina pero cada vez que me necesitaba estaba ahí ayudándola y luego me daba una patada pero siempre volvía a pasar lo mismo.
En que mal momento le tuve que contar que me gustaba Elias, le falto tiempo para tirarse a su cuello y así reírse de la cara que ponía cada vez que les veía juntos.
Si, bastante hija de puta era y si bastantes putadas me hizo pero aunque fue a los años pero me las pague una por una junto con mi séquito de muñecas de plástico, sin cerebro y con mucho maquillaje. Aun lo recuerdo como si fuera ayer, que bien me sentó la venganza y que peso me quito de encima.
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