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jueves, 17 de abril de 2014

Las dos caras de la moneda III

                                                                                                           Inglaterra, 26/5/1983

Duele, duele, cada día es más duro, las corrientes más fuertes, el agua más helada y mi esperanza sin alma. El espejo ya no me devuelve mi reflejo, ahora soy un simple fantasma del ayer.
Mi padre parece preocupado pero cuando le sonrió se le pasa su angustia, al menos eso es lo que deseo. Saco las fuerzas del recuerdo de Nerea, de mamá, de papá, tengo que ser fuerte por ellos, tengo que ser fuerte para no volverlos a decepcionar.
Tengo que empezar una nueva vida, vivir por Nerea, morir por mi. Le arrebate su vida por culpa de mis fantasías y jamás podre perdonármelo porque por mi culpa ya no volverá a sonreír, a reír de esa forma tan curiosa, ya no podrán volar sus rizos con el aire, su aroma impregnar las amapolas, ahora solo sera esa mancha de sangre en la pared sin rostro.

El médico dice que me hacen falta más terapias de choque, y que lo que pasa en nuestras sesiones se queda allí, no puedo contárselo a nadie. Creo que lo que me hace no es muy profesional pero ¿que voy a entender yo?, una cría con tantos trastornos como pelos en la cabeza. Aunque cuando empezamos, si estaba mas o menos de acuerdo con las pequeñas descargas a las que me sometía cuando me ponía películas y fotos de mujeres en pañol menores, y
hasta que me metiera en una bañera de agua fría pero últimamente se sale de eso.
Dice que intenta estimular mi parte de mujer, esa parte que desea a los hombres, dice que si hago lo que me dice, podre aplastar a la asquerosa lesbiana que llevo dentro. No soy médico y aunque se que los médicos cuando te revisan tienen que tocarte pero... Me da tanta vergüenza que no me salen las palabras, seguro que me estoy equivocando otra vez, que todo es culpa mía otra vez, que mis reacciones al tratamiento no están siendo lo que deberían ser y por eso a tomado esas decisiones, seguro que lo estoy sacando todo de contexto.

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