He estado completamente fuera, demasiado tiempo lejos de mi propia existencia, era yo, sin ser totalmente yo... Vague entre el blanco y el negro, baile sobre miles de grises, aprendí a cantar sobre la nada, completa y absolutamente sola.
Todo tan irreal y a la vez certero, todo tan de color y tan marchito, todo vivo...y yo muriendo. Ja, la muerte, tan precaria y tajante, hoy estas bien y mañana no vuelves a ver el sol nacer.
Nacer... una buena palabra, una palabra que te apremia a la vida y te arrastra a la muerte, porque todo acaba igual, todos acabamos igual, pues para ello estamos programados...
He estado completamente fuera, en una burbuja bien sólida, si no salgo, no hay dolor, no existe, no tengo que afrontarlo, si no salgo...jamás ocurrió.
Es más fácil controlar la tristeza que la felicidad, la felicidad, cualquier cosa, en cualquier momento te la pueden arrebatar, pero la tristeza, oh, la tristeza, dulce néctar del pecado, la tristeza te abraza, te envuelve y te aleja, es difícil de quitar, es como la oscuridad que te abruma y te lleva, puede entrar un poco de luz, pero tan fácil vino, como se fue.
No, no estoy deprimida, ni tampoco pesimista, ni pájaro de mal agüero, soy simplemente realista.
Cada uno esta preparado para distintos niveles de realidad, de aceptación, lo que causa que te des cuenta de detalles que antes parecían apenas insignificantes, como la brisa del viento que hace temblar las flores, o el perfume con el que se impregno tu gorro, las gotas de lluvia que te refrescan (sin saber que ardías) y te quiebran la piel, el polvo en el viento... Te das cuenta que cada día que pasa, cambias, ah, el cambio, ese mal jugador del tiempo, que ahora te dice si, que luego te dice no.
He estado completamente fuera, he estado triste, ni yo misma me daba cuenta, esa tristeza que rodea a tu corazón, que lo hace seguir latiendo porque ya solo no puede, esa tristeza que te amenaza con lágrimas que ya no te permites derramar, esa tristeza que me dejaste al marchar... He estado triste sin siquiera saberlo, mintiéndome a mí, mintiéndote a ti.
Necesito sentir el frío, porque nada más siento, necesito que se cale los huesos y que derrita el veneno, necesito que se fundan las lágrimas con la lluvia, necesito sentir algo más que nada.
He estado completamente fuera, y veo a una extraña que ocupa mi sitio, que ocupa mi cuerpo, que ocupa mi alma, sigo estando perdida y, no se, si algún día querré volver...
¿Cuántas veces nace uno cada mañana?
ResponderEliminarTe dejo esto del prólogo del cacho libro que me traje a clase de Octavio Paz.
"Cambiamos para ser fieles a nosotros mismos. Si no hubiese cambios no habría continuidad. Tal vez el yo es ilusorio: no fui el que dui hace un instante -y saberlo me ata a ese desconocido que fui. La conciencia de ser es un diálogo entre fantasmas, entre un ayer y un hoy evanescentes. Por esto, escribir es inventarse, y al inventarse, descubrirse. Escribir es recobrarse."
Me gustó mucho :)