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lunes, 27 de abril de 2015

Into the books... la bella durmiente, despierta

Volví a despertarme sola, era todo muy confuso y los recuerdos se mezclaban entre sí... La movilidad la tenía completamente perdida, el simple intento me provocaba un dolor increíble. Llame a todo ser que podría ayudarme, no tuve respuesta.

Me movía entre la vigilia y el sueño, no sabía si lo que veía era cierto o era parte del sueño, era todo tan confuso, y solo provocaba más dolor.

Las palabras de Sabio o al menos de la persona que estuvo a mi lado venían a mi mente, mezclándose con los susurros. Era una maldita locura, todo estaba patas arriba y nada tenía sentido, al menos, lógico.
Lo único que siempre quedaba eran los susurros, no sé qué demonios querían ni de donde provenían ni que decían, al menos eran la única compañía, casi podría decir que ya me eran familiares.
Deje que las voces me envolvieran y me llevaran con ellas...

-¿Quieres un poco de compañía?
-(De mi interior salió una voz un ronca y áspera) No estaría mal, pero, ¿quién eres?
-Soy Aurora aunque también me conocen como la bella durmiente.
-No he leído, pero estas aquí, no puede ser.

Se encogió de hombros y se acercó más a mí. Era cierto que parecía sacada de un cuento de hadas, era muy hermosa y tenía un precioso vestido con detalles que parecían insignificantes pero que transmitían si los observabas con detenimiento.

-Pocas veces suceden las cosas como las planeamos o esperamos, no por ello debemos de despreciarlo o infravalorarlo. 
-No es eso, estoy demasiado cansada como para seguir pensando en cosas absurdas y sin sentido. Agradezco que estés aquí conmigo, no sé dónde se habrán metido el resto. 
-¿Sabes? Toda historia tiene más de una versión, porque cada narrador tiene un punto de vista que le cambia la perspectiva. Mi historia ha sido contada de mil formas distintas y casi ninguna se acerca a la verdadera, tan solo yo y mis seres cercanos conocemos la verdad de lo sucedido, incluso aquellos que ni de cerca estaban entendidos. Dices que estás sola, pero ¿es realmente así? ¿Te has parado a pensar por un momento donde te encuentras y donde podrían estar ellos? ¿No te extraña nada de lo que pasa a demás (se señala así misma) de lo presente? ¿Porque estás aquí? 
-Es, es mi casa, ¿dónde si no debería estar? Y, no entiendo lo que me dices, la cabeza me está matando.
-Querida, el dolor de cabeza no te está matando, al contrario, intenta despertarte para que sigas viviendo. 
-De verdad Aurora, no tengo ni la más remota idea de lo que me estás hablando. ¿Porque me habláis de despertar? ¿Y eso de que voy a morir o lo estoy haciendo? ¿Porque no me decís lo que pasa y ya está?
-Mi niña, mi dulce y pequeña niña, ¿qué sentido tendría la vida si te lo sirvieran todo en bandeja de plata? Mírate, ahí, tumbada lamentándote. No has hecho otra cosa en el tiempo que aquí llevas, no te he visto luchar por nada.
-No puedo entender porque te comportas de esa manera, no te he hecho nada para que me trates así
-A mí no me habrás hecho nada, pero te has rendido, has abandonado la guerra sin enfrentar batalla, te ha faltado tiempo para salir corriendo como una miserable cobarde.
-Ya, ya basta por favor. No puedo seguir, el mundo me pesa, es como si hubieran sacado todo lo que tengo, como si el corazón me lo hubieran sacado del pecho. Sé que algo no va bien, que algo está fallando, yo. No es fácil pero tengo un límite, el límite está ya rebosando. Aguanta un poco más, sigue... Una y otra vez la misma dichosa frase. Pues no, no puedo aguantar más, no puedo seguir con esta locura que me está torturando, que me asfixia. Entiéndeme.
-No, no puedo hacerlo. Soy tu último recurso, tu último aliento. Yo tarde cien años en despertarme, tú no tienes ni un tercio de ese tiempo. Tienes que salir de esta burbuja de la que te niegas a salir, tienes que despertarte y enfrentarte a la realidad. Debes continuar, no solo por ti, sino por la gente que te quiere. No debes de aferrarte a la niña que un día fuiste, a una niña que tenía un cuento de hadas por vida, una niña que lo tenía todo. Debes ser fuerte, luchar. 

Pasaron uno minutos que parecieron siglos, la cabeza me iba a mil por hora, ¿qué demonios iba a hacer ahora? En los ojos de Aurora se ilumino la tristeza, ella conocía secretos que yo apenas lograba rozar. Esos perfectos zafiros marinos se llenaron de lágrimas.

-Mi tesoro, no te sucederá nada, me quedare contigo hasta el último suspiro, (aferro mi mano sobre las de ella, como se intenta capturar a mariposa entre las manos) no te dejare nunca, no importa lo lejos que estés, voy a estar ahí, protegiéndote.

No sé si lo decía de verdad o tan solo quería creerlo, pero se inclinó sobre mí. Me beso la frente como lo haría una madre con su retoño cuando comenzó a dar vueltas el cuarto...    

Tic tac, tic tac, tic tac,tic tac...BUM

Todo exploto, todo lo que tenía en mente se volvió blanco, ningún pensamiento sobrevivió. No quedo nada, por un instante todo se congelo, incluso los lentos latidos de mi corazón.
No sé en qué momento comencé a llorar, no sé en qué momento se disipo el dolor y me situé delante de un volante cantando: The final countdown.

-Will things ever be the same again. It's the final countdown... The final countdown. Ooh oh... (La radio empezó a perder la señal, llevaba días así) Vamos no puedes fallar en la mejor parte, vamos estúpida empieza a funcionar. (Solo paso un instante, solo aparte la mirada una milésima de segundo, o tal vez dos, pero no más)

Todo sucedió muy rápido, estaba dando vueltas hasta que algo me paro en seco. No podía moverme, tenía las piernas paralizadas, el brazo lo tenía en una posición bastante extraña. 
El lugar se encontraba en un relativo silencio cuando el dolor empezó, era un dolor tan intenso que intentaba salir de mí a través de un grito desesperado, pero nada salió de mí, ni un sonido que pudiera escuchar o sentir. La sangre brotaba como el agua de una fuente, sin prisa pero sin pausa, los ojos me pesaban de forma considerable, el dolor ahora parecía algo lejano pero aún seguía persistente. 
No sé cuánto tiempo paso, o si alguien vendría a ayudarme, me costaba respirar pues tenía el volante encajado en el pecho, me aplastaba. Trocitos de cristal adornaban tanto mi ropa como la piel. 
Tenía mucho sueño, las piernas ya no me dolían, apenas las sentía...Una sirena se escuchaba muy lejos, quería gritar pidiendo ayuda pero solo pude emitir un gruñido. 
.
.
.
Sentí el peso de un beso sobre mi frente, los ojos parecían no querer abrirse, me costó una vida poder abrir los parpados aunque si hubiera sabido la pesadilla que me esperaba fuera, no creo que lo hubiera hecho. 
Era todo muy blanco y brillaban mucho las luces. Una mujer me observaba con los ojos como platos, alguien llamo al médico. No sé cuántos tubos salían de mí y tampoco los que entraban, un collarín me dificultaba el movimiento, mis piernas no hicieron nada por moverse. Junto a varios ramos de apestosas flores había cuentos, eso me recordaba a algo pero no sé lo que podría ser, todo estaba revuelto y sin forma. 

-Hola, soy el doctor Fernández, llevas hospitalizada varias semanas. ¿Recuerdas algo antes del accidente?
-¿Qué accidente? (La voz que escuche, no sabría decir si realmente salió de mí, era tan extraña y escabrosa que no podría reconocerla)   
-Puede que ahora te encuentres un poco desorientada y que falten trozos de tu memoria, es normal en estos casos. Te haremos pruebas e intentaremos ayudarte en todo lo que se pueda. 
-¿Porque no puedo mover las piernas?
-Eso, bueno, en el accidente tus piernas quedaron aplastadas, los huesos estaban hechos añicos, fue difícil reconstruirlas pero han quedado secuelas. Tal vez con rehabilitación consigamos que tengas algo más de movilidad, no hay que perder la esperanza. 
-¿Alguien más resulto herido?
-Bueno, tal vez eso debamos de hablarlo más adelante, cuanto te encuentres mejor, un exceso de información después de semejante shock podría sobrecargar tu cerebro de información y no sabemos como eso te afectaría.
-¿Alguien más resulto herido?

Vi que otras personas entraban por la puerta, la mujer que me había dado el beso en la frente los miraba con los ojos aún muy abierto. No me contarían nada, me ocultarían lo que fuera que había pasado, pero ¿quién demonios son ellos para ocultarme nada?

-¿Me queréis decir qué diablos está pasando? ¿Y porque esta esta gente aquí? ¿Quiénes sois?

Otro silencia y un cruce de miradas, eso fue lo único que pude obtener, el muchacho que entro con el hombre se acercó a mí. Tenía los ojos hinchados y parecía maltrecho, un precioso pelo rizado caoba estaba maltratado, como si o hubiera dejado de tocárselo y tirarse de él.

-Cuando tuviste el accidente... (No llego a terminar la frase pues la mujer le cortó en seco)
-César, ni se te ocurra seguir, no le puedes hacer eso
-Pero ha preguntado, tiene que saberlo. (Se volvió y me miró fijamente) Cuando tuviste el accidente, te estrellaste contra otro coche, el padre no sobrevivió aunque las niñas quedaron con unas heridas, están bien. Por lo visto te metiste en el carril contrario y chocasteis de frente, diste unas vuelvas hasta que un árbol absorbió el golpe. Te estabas desangrando cuando llego la ambulancia, tenías las piernas machacadas, el brazo roto y el otro con un feo corte, y un monto de cosas médicas que no sabría explicarte, prácticamente te habíamos perdido pero aguantaste, aguantaste un poco más y, aquí estas, después de casi un mes en coma.


Pensé que la verdad me ayudaría pero, hubiera preferido vivir en la ignorancia.
  

   

lunes, 20 de abril de 2015

Into the books...blanca como la nieve, roja como la sangre, negro como el cuervo

No puedo moverme, me pesa mucho el cuerpo, siento como si me estuvieran oprimiendo los pulmones, cada respiro es todo un suplicio. Sentí como el sudor me recorría la espalda, como resbalaba sobre mi frente...

-Aguanta un poco más, sigue...

Me perseguía esa frase. Si apenas puedo respirar, ¿cómo voy a poder seguir? Algo brillaba con fuerza fuera de mis parpados, me estaba derritiendo las retinas. Mientras se me asaban los ojos, miles de pinchazos me recorrían el cuerpo. Me sentí caer, caer hacia un suelo frio e incómodo, caer hacia la nada.
No sé cuánto tiempo estuve de esa forma, el dolor me desconcertaba. Fue como una horrible pesadilla. Desperté de un salto, estaba bañada en sudor y tenía unos feos cardenales sobre los brazos.

¿Qué diablos había pasado?   

Parecía que me había pasado por encima un camión, me costó una vida poder levantarme para poder ir a darme una ducha. Lo difícil no fue ponerme derecha, lo difícil fue que me fallaron las piernas y me caí de bruces contra el suelo. Ese momento me recordó a bambi. Por un momento no podía mover nada...

Tras unos veinte minutos, llegue al baño, otros tantos después estaba secándome y volviendo al cuarto. Por más que intentara comprender que cojones pasaba, nada tenía sentido. Estaba en mis ensoñaciones, cuando volvieron los susurros. Esto parecía ya cachondeo, los ignore y cogí el libro de Blancanieves y los siete enanitos. 

Alguno, en alguna de estas páginas, en alguno de estos libros, tendría la respuesta a lo que estaba sucediendo, no pensaba parar hasta saberlo.

Comencé a leer con Newton sobre mi regazo. Las palabras fluían y se iba hilando la historia dentro de mi cabeza. Una historia ha de leerse sin prisa pero sin pausa, pero me pesaba todo el cuerpo, y la paciencia me salía por cada poro. Todo se estaba volviendo borroso...

-Ay ho, ay ho, nos vamos a cenar. Ay ho...
-Sabio, ¿dónde nos encontramos?
-No lo sé Feliz, pero no toquéis nada. 

Me incorpore y los mire fijamente. Siete, siete hombrecillos situados en medio de mi cuarto, tan desconcertados como yo. Estaban todos, con sus picos y con sus palas, habían entrado cantando su canción y justamente estaba yo, en la cama medio adormilada. ¿Me estaría volviendo loca? o ¿Todo esto sería acto de mi maltrecho subconsciente? 
Llego el silencio (quitando los absurdos susurros), estaban mirándome siete pares de ojos. Estaba esperando que dijera alguno algo. 

-Eh, hola...
-Oh, qué mala educación la nuestra, estar en los aposentos de una dama y ni siquiera presentarnos. (Según iba señalando iba nombrando) Este es Gruñón, este de aquí es Mocoso  y a su lado se encuentra Mudito, a mi derecha está Feliz junto a Tímido y bueno, ese que se acaba de volver a dormir es Dormilón, ah y un servidor, Sabio. 
-¿Sabéis porque estáis aquí? ¿Cómo habéis llegado?
-Oh, bueno tal vez lo supierais vos. Volvíamos de están trabajando en las minas y nos dirigíamos hacia la casa para descansar al fin...y todo se volvió confuso y aparecimos aquí.
-Supongo que tendréis hambre, con el estómago lleno se piensa mejor. 

Les prepare unos sandwiches, no sabían que era eso, y Dormilón descubrió el café. Les volví a preguntar qué había sucedido, y la versión fue la misma. 
Me quede aparte con Sabio mientras los otros veían absortos la televisión (la gran caja con personas dentro). 

-No creo que pueda seguir mucho tiempo así, cada vez esto es más raro, me siento muy cansada y tan pronto como aparecéis, desaparecéis.
-¿Desde cuándo te sucede?
-Esa es otra pregunta de la cual no tengo respuesta.
-Y esos susurros... ¿Escuchas lo que dicen?
-Cuando los empiezo a escuchar con mayor claridad es cuando estoy casi dormida, algo con poco sentido y cuando más desorientado se está, pero es así. No solo son susurros, también son como unos pitidos. Es muy extraño. Me duele todo el cuerpo. ¿Algo de lo que te digo tiene sentido? 
-Tal vez estés enferma, eso explicaría el dolor y el cansancio. 
 La verdad es que no puedes buscar respuestas a todas tus preguntas, tal vez encuentres algo que no te guste. No, no se como aparecimos aquí, pero mientras estas acompañada estas bien, no estas sola. Ojala pudiera contarte todo, pero mi querida niña, hay cosas que incluso a este viejo se le escapan. Tendrás que quitarte la venda de los ojos, tendrás que abrirlos y ver...
-¿Que se supone que tendré que ver? Cada vez entiendo las cosas menos. Acurrucarme en mi cama y dormir hasta que esta pesadilla pase, solo pido eso. 
-Hay que tener cuidado con lo que se pide. Vamos, te acompaño.
-¿Prometes que te quedaras junto a mí?

Una mirada tan dulce como la miel, fue lo que conseguí a cambio. Me acompaño a mí cuarto y se sentó junto a mi cama; me contaba cosas sobre la mina, historias sobre sus hermanos, hasta que la oscuridad se cernió sobre mi. Creo que pensó que ya dormía porque no creo que me lo hubiera dicho estando lucida.

-No puedes seguir en esta cúpula de cristal, se está rompiendo y acabaras esfumándote con ella. Tienes que luchar, es ahora o nunca. Cada día más cerca estas del fin o tal vez del comienzo. Aguanta un poco más, sigue... Hazlo por mí, hazlo por si queda algo dentro de ti que aun pueda seguir. No te rindas por favor, no me dejes solo. Sé que tú puedes, sé que vas a volver y que todo volverá a lo normalidad...

Me volví hacia él, y la larga sombra volvía a estar ahí, su voz parecía tan rota y llena de esperanza que me sacudió el corazón. Ya no quedaba nada de Sabio, solo esa difusión que volvía e insistía en que: Aguanta un poco más, sigue... 


lunes, 6 de abril de 2015

Into the books...pequeño soldado

Se me estaba humedeciendo la cara cuando me desperté. Newton estaba saludándome como mejor sabía: lamiéndome la cara.
Me levante completamente desorientada, aún era de noche. Al final sí que todo, fue un sueño, no estaba a la vista ni se escuchaba al Conejo Blanco. Aunque recordaba que estaba hablando con él...

-¿Y cómo es la Reina de Corazones?
-Oh, pues, si se entera de lo que te voy a decir me mandara a contar la cabeza...
-Venga hombre, de aquí no saldrá ni una palabra.
-No soy un hombre, soy (se señaló desde los pies hasta las puntiagudas orejas) un conejo. Bueno, te tomare la palabra. La reina es un tanto peculiar, cuando no está satisfecha o cuando está enfadada porque no se han seguido sus mandatos...hace que te corten la cabeza (esto último lo dijo en un insonoro suspiro mientras se acariciaba el cuello).
-Tiene que ser terrible vivir en un sitio así.
-No, el País de las Maravillas es precioso y solía vivir gente muy alegre, hasta que llego la reina... 

Tenía una mirada tan triste, pareció perderse en sus sueños, en sus recuerdos de antaño porque una triste pero hermosa sonrisa se desplegó de sus labios. Comenzó a contarme como era todo antes, sentí un gran pesar, no podía seguir con los ojos abiertos, todo se volvía cada vez más oscuro, no recuerdo que paso después, solo que ahora estoy aquí con la cara húmeda.

Quería volver a intentarlo, cogí el primer cuento que encontré, El soldadito de plomo. Comencé a leerlo, al cabo de unos instantes o tal vez minutos empecé a escuchar los susurros, era imposible que a estas horas siguieran los vecinos despiertos. Los susurros no cesaron, sinceramente, me acojone, y que empezaran a sonar golpes sobre el suelo como que no ayudo. Eran pequeños golpes secos, clac...clac...clac... La luz de la luna dejo entrever pequeños brillos plateados. Me arrebuje más entre las sabanas, lo justo para solo tener visibles los ojos.
No sería más alto que un libro de bolsillo, parecía desgastado aunque aún conservaba sus rasgos que lo caracterizaban: el rojo y azul de un serio uniforme; un fusil tan afilado como las agujas del reloj.
Tenía un semblante más que triste, se ponía ver como goteaban pequeñas gotas de agua de tu media pierna. Se acercó al estante donde aún conservo las muñecas de porcelana, por un momento se le ilumino la cara, o tal vez la luz incipiente lo hacía. Observo detenidamente a cada una de ellas, toda la alegría que pudo albergar, desapareció igual que llego.

-¿Dónde estas mi bailarina? Pensé que por fin había vuelto a casa.

Parecía tan desolado, se me encogió el estómago. Ese instinto de protección que surge en lo más interior, como una vocecita que te incita a ir y resguardar de lo que pase en el exterior. Me levante de la cama y me senté junto al soldadito.

-¿Qué te sucede?
-Oh... eh...yo... (Se quedó muy quieto)    
-Vamos, no hagas como que no te mueves, que no estas vivo.
-Perdón, se supone que no debéis vernos así. Tal vez podáis ayudarme.
-¿Cómo?
-¿Habéis visto a una bella bailarina? Se sostiene en una sola pierna.
-Lo siento, pero no he visto ninguna. 
-Jamás volveré a verla, no podré decirle mis sentimientos. En qué mal momento caí desde esa ventana.
-¿Cómo llegaste hasta aquí?
-A través de las aguas, tras caer de la ventana unos niños me encontraron y decidieron meterme en un barquito de papel (ahora sé qué papel y agua, no va bien), me arrojaron en un riachuelo y pues, lo demás ya podrías imaginar.

¿Cómo se consuela a un soldadito? ¿Qué se le puede decir? Esto es muy difícil, ni siquiera sé yo como solucionar mis problemas como para poder ayudarle y aún menos en los temas de pérdida o amor.
Reinaba tal silencio, que se escuchaba al susurro. Era extrañamente familiar, pero aun así, seguía dándome mal rollo. Se fue atenuando aquellas voces, me empezaron a pesar tanto los ojos, me dolían las piernas posiblemente por la posición que llevaba horas manteniendo. No quería irme, acerque mi mano hacia la punta del fusil del soldadito. Dolió pero apenas un suspiro, me recorrió como una corriente eléctrica desde ese punto hasta la espina dorsal. ¡Ah!
El dolor empezó a nublarme la vista, ya no veía nada, salvo una larga figura rebosante de luz de luna, sonreía con pesar como si supiera lo que me sucedía.

-Aguanta un poco más, sigue.

domingo, 5 de abril de 2015

Ya no existen las lágrimas, porque esta seca,
porque esta podrida en su interior, porque esta vacía,
sin vida.
Ya no existen lágrimas, porque ya no siente nada,
porque ya no tiene alma, porque ya,
es un monstruo.
Los monstruos ya no sienten dolor,
ya no sienten felicidad, no sienten amor, no sienten nada.
Los monstruos solo están para ver sufrir,
para hacer sufrir,
porque para eso están ahí.
Los monstruos son simples muros sin corazón, son todo odio y destrucción.

Into the books...el conejo de la suerte

¿Y qué queda después de todo? ¿Qué queda después de unas malas decisiones? ¿Y después de las buenas? No diré que haya sido una buena chica, porque simplemente no me gusta mentir, pero tampoco he sido el monstruo que dicen que soy. Simplemente soy yo, la que pasa todo el día entre libros, la que le gusta la música tan alta que hasta le duelen los tímpanos, la que sueña despierta, la que prefiere unas converse a unos tacones, la que va con un moño desenfadado... Simplemente yo.
Todo tan normal y tan extraño, ¿qué pasa si un día todo cobra sentido? ¿Y si a las palabras se les antoja salir del libro? ¿Y si el conejo blanco sale corriendo del libro? ¿Y si la carroza se convierte en calabaza sobre tu cama? ¿Y si todo se volviera real?

Empezó a suceder hace unas semanas, estaba en mi cama releyendo Alicia en el país de las maravillas (siempre me apasiono el mundo de Alicia, desgraciadamente jamás encontré un hueco en un árbol que me llevara a otro lugar), cuando escuche arañazos bajo la cama, pensé que podría ser Newton (mi adorable y tierno perro), así que tampoco le preste demasiada atención. Durante un gran rato siguió así, oía como un susurro, ¿la tele tal vez?, ¿vecinos? Le dije a Newton que dejara en paz la cama y a mí, cuando apareció por la puerta meneando su enérgica cola...

¿Se habría colado algún animal? Cogí lo primero que tenía a mano, una simple y peligrosa zapatilla (¿ironía? ¿dónde?), levante la colcha, casi no se veía nada, pero un bulto blanco empezó a moverse, pensé que sería el gato persa de la vecina.

-Vamos Arquímedes, sal de ahí, no sé cómo has vuelto a colarte, hacía semanas que no aparecías....

Cuando la bola blanca estaba más cerca, vi que no tenía ninguna pinta de ser Arquímedes, nos quedamos mirándonos durante un instante que pareció ser eterno, y no sabría decir cuál de los dos estaba más asustado del otro. Le lance mi zapatilla y baje la colcha, ¿me estaría volviendo loca? ¿Acababa de ver al Conejo Blanco?

Respire profundamente para tranquilizarme. Era imposible lo que había visto, el libro me estaba afectado después de todo. Agarre la otra zapatilla, y volví a levantar la colcha... No había nada (gracias a los cielos), mi mente cansada me había jugado una mala pasada.

-Dios, menudo susto, eh, Newton. Quizás debería de dejar la lectura para mañana, estoy cansada y esto ha sido un aviso para que desconecte por hoy. Fui diciendo mientras volvía a poner la colcha en su lugar y me iba reponiendo... pero entonces... ¡Pero que leches es esto! Newton sácate eso de la boca ahora mismo.
-Maldito ser de los bosques, ¡suéltame! No soy tu comida
-Joder, estás hablando. Newton, eso es caca, suéltalo. No, Newton. Chico malo.
-Singular humana, no soy una excreción. Soy el mensajero de mi Reina de Corazones. ¡Pero que tarde es! ¡Suelta!

Estaba entre alucinando y flipando. Me levante despacio de la cama, fui hacia Newton y entre gruñido y ladrido, conseguí que soltara al Conejo Blanco. Muy digno se limpió las babas de Newton de la pata, me miro durante unos instantes y después regreso su mirada al reloj, este se había parado.

-Algo no anda bien, tú no eres Alicia, el reloj no avanza. ¿Dónde me retenéis? ¿Esto es magia? 

Acerque mi mano lentamente hacia él, tenía el pelaje tan suave como parecía a simple vista. Podías hundir los dedos y notar la calidez y el latir de su corazón a través de las venas de aquel pequeño ser (eso de pequeño es relativo, pues me llegaba a la altura de los muslos). 

-Eres real.
-Pues claro que sí. ¿Me ayudareis a salir de este lugar? La reina me mandara a cortar la cabeza si llego tarde, no puedo llegar tarde. 
-Ni siquiera sé cómo has acabado aquí. Esto debe de ser un sueño, seguro me he quedado dormida mientras estaba leyendo. Sí, eso es. Estoy dormida, así que si me pellizco no me va doler...Dolió, y más de lo que podría pensar.

El Conejo Blanco se quedó mirándome. Es real, joder. Seguro que me la cargaría por esto. ¿Qué hacer? ¿Sigo leyendo? Quizás entre igual que salió, pero tampoco sé cómo salió, ¿y si sale algo más?