No puedo moverme, me pesa mucho el cuerpo, siento como si me estuvieran oprimiendo los pulmones, cada respiro es todo un suplicio. Sentí como el sudor me recorría la espalda, como resbalaba sobre mi frente...
-Aguanta un poco más, sigue...
Me perseguía esa frase. Si apenas puedo respirar, ¿cómo voy a poder seguir? Algo brillaba con fuerza fuera de mis parpados, me estaba derritiendo las retinas. Mientras se me asaban los ojos, miles de pinchazos me recorrían el cuerpo. Me sentí caer, caer hacia un suelo frio e incómodo, caer hacia la nada.
No sé cuánto tiempo estuve de esa forma, el dolor me desconcertaba. Fue como una horrible pesadilla. Desperté de un salto, estaba bañada en sudor y tenía unos feos cardenales sobre los brazos.
¿Qué diablos había pasado?
Parecía que me había pasado por encima un camión, me costó una vida poder levantarme para poder ir a darme una ducha. Lo difícil no fue ponerme derecha, lo difícil fue que me fallaron las piernas y me caí de bruces contra el suelo. Ese momento me recordó a bambi. Por un momento no podía mover nada...
Tras unos veinte minutos, llegue al baño, otros tantos después estaba secándome y volviendo al cuarto. Por más que intentara comprender que cojones pasaba, nada tenía sentido. Estaba en mis ensoñaciones, cuando volvieron los susurros. Esto parecía ya cachondeo, los ignore y cogí el libro de Blancanieves y los siete enanitos.
Alguno, en alguna de estas páginas, en alguno de estos libros, tendría la respuesta a lo que estaba sucediendo, no pensaba parar hasta saberlo.
Comencé a leer con Newton sobre mi regazo. Las palabras fluían y se iba hilando la historia dentro de mi cabeza. Una historia ha de leerse sin prisa pero sin pausa, pero me pesaba todo el cuerpo, y la paciencia me salía por cada poro. Todo se estaba volviendo borroso...
-Ay ho, ay ho, nos vamos a cenar. Ay ho...
-Sabio, ¿dónde nos encontramos?
-No lo sé Feliz, pero no toquéis nada.
Me incorpore y los mire fijamente. Siete, siete hombrecillos situados en medio de mi cuarto, tan desconcertados como yo. Estaban todos, con sus picos y con sus palas, habían entrado cantando su canción y justamente estaba yo, en la cama medio adormilada. ¿Me estaría volviendo loca? o ¿Todo esto sería acto de mi maltrecho subconsciente?
Llego el silencio (quitando los absurdos susurros), estaban mirándome siete pares de ojos. Estaba esperando que dijera alguno algo.
-Eh, hola...
-Oh, qué mala educación la nuestra, estar en los aposentos de una dama y ni siquiera presentarnos. (Según iba señalando iba nombrando) Este es Gruñón, este de aquí es Mocoso y a su lado se encuentra Mudito, a mi derecha está Feliz junto a Tímido y bueno, ese que se acaba de volver a dormir es Dormilón, ah y un servidor, Sabio.
-¿Sabéis porque estáis aquí? ¿Cómo habéis llegado?
-Oh, bueno tal vez lo supierais vos. Volvíamos de están trabajando en las minas y nos dirigíamos hacia la casa para descansar al fin...y todo se volvió confuso y aparecimos aquí.
-Supongo que tendréis hambre, con el estómago lleno se piensa mejor.
Les prepare unos sandwiches, no sabían que era eso, y Dormilón descubrió el café. Les volví a preguntar qué había sucedido, y la versión fue la misma.
Me quede aparte con Sabio mientras los otros veían absortos la televisión (la gran caja con personas dentro).
-No creo que pueda seguir mucho tiempo así, cada vez esto es más raro, me siento muy cansada y tan pronto como aparecéis, desaparecéis.
-¿Desde cuándo te sucede?
-Esa es otra pregunta de la cual no tengo respuesta.
-Y esos susurros... ¿Escuchas lo que dicen?
-Cuando los empiezo a escuchar con mayor claridad es cuando estoy casi dormida, algo con poco sentido y cuando más desorientado se está, pero es así. No solo son susurros, también son como unos pitidos. Es muy extraño. Me duele todo el cuerpo. ¿Algo de lo que te digo tiene sentido?
-Tal vez estés enferma, eso explicaría el dolor y el cansancio.
La verdad es que no puedes buscar respuestas a todas tus preguntas, tal vez encuentres algo que no te guste. No, no se como aparecimos aquí, pero mientras estas acompañada estas bien, no estas sola. Ojala pudiera contarte todo, pero mi querida niña, hay cosas que incluso a este viejo se le escapan. Tendrás que quitarte la venda de los ojos, tendrás que abrirlos y ver...
-¿Que se supone que tendré que ver? Cada vez entiendo las cosas menos. Acurrucarme en mi cama y dormir hasta que esta pesadilla pase, solo pido eso.
-Hay que tener cuidado con lo que se pide. Vamos, te acompaño.
-¿Prometes que te quedaras junto a mí?
Una mirada tan dulce como la miel, fue lo que conseguí a cambio. Me acompaño a mí cuarto y se sentó junto a mi cama; me contaba cosas sobre la mina, historias sobre sus hermanos, hasta que la oscuridad se cernió sobre mi. Creo que pensó que ya dormía porque no creo que me lo hubiera dicho estando lucida.
-No puedes seguir en esta cúpula de cristal, se está rompiendo y acabaras esfumándote con ella. Tienes que luchar, es ahora o nunca. Cada día más cerca estas del fin o tal vez del comienzo. Aguanta un poco más, sigue... Hazlo por mí, hazlo por si queda algo dentro de ti que aun pueda seguir. No te rindas por favor, no me dejes solo. Sé que tú puedes, sé que vas a volver y que todo volverá a lo normalidad...
Me volví hacia él, y la larga sombra volvía a estar ahí, su voz parecía tan rota y llena de esperanza que me sacudió el corazón. Ya no quedaba nada de Sabio, solo esa difusión que volvía e insistía en que: Aguanta un poco más, sigue...
No hay comentarios:
Publicar un comentario