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lunes, 22 de agosto de 2016

Bleeding heart, capitulo 4

Parecía que el tiempo no pasaba, tal vez, por un momento se mantuvo detenido, quien sabe. Charlamos durante lo que se podrían considerar décadas en unos pares de horas. Me hizo sonreír, de esa manera que él solo sabía hacer y si hubiera podido, hasta sonrojarme. Luego, cuando ceso la risa y se hizo ese silencio, ya sabéis, ese silencio extraño y cómodo a la vez, nuestros ojos no podían separarse de los del otro. Solo cuando el camarero vino a decirnos que ya solo les quedaba nuestra mesa para recoger, se rompió esa conexión.
Una sensación de calidez empezaba a surgir, como en los viejos tiempos, incluso los celos estaban volviendo. No, esta vez lo haría bien, esta vez tenía que mantenerle alejado de mí, otra cosa muy distinta es que lograra conseguirlo.
                -Madre mía, es tardísimo, se me ha pasado el tiempo volando.
                -Cierto y mañana hay que trabajar.
                -Oh, vamos, no arruinemos la noche pensando en que mañana hay que trabajar.
                -Perdona.
Cuando llegamos a mi coche se despidió dejándome un beso en la mejilla. No quiero ni pensar en la cara de idiota que se me habría quedado, pero él siguió su camino sin mirar hacia atrás. Me metí dentro del coche y no arranque hasta que deje de escuchar sus latidos en la distancia.
Mientras metía la llave en el contacto un escalofrió me recorrió el cuerpo. Alguien me estaba observando. Mire a todo mi alrededor pero no vi a nadie. Instantes después puse el pie en el acelerador y no volví a mirar atrás.
                                                                             •••
La puerta de casa no estaba cerrada, pero la alarma no estaba sonando y un olor extraño salía de allí. Completamente alerta entre, habían arrancado la alarma de cuajo, estaban todas las cosas puestas patas arriba, había platos, jarrones y fotos rotos en mil pedazos. Según me iba adentrando en la casa el olor se hacía más intenso. Lo seguí hasta mi habitación, sobre la cama había sangre, y en las cortinas, y en las paredes… Habían escrito algo, ¿me has extrañado querida?
                                                                             •••
El aire se escapó de mis pulmones ahogando mi grito. Mi cuerpo intentaba arquearse presa del dolor pero él me seguía oprimiendo contra la pared. Intentaba alejarme de él, pero más me rasgaba con sus uñas la espalda, ¿soportar el dolor y librarme de Sombra, o aguantar hasta que todo acabara? No me iba a rendir sin antes luchar, de eso no tenía ninguna duda. Cuanto más forcejeaba, más me movía e intentaba atacarle más daño me hacía. Vi como mi propia sangre se iba reuniendo en el suelo.
Se cansó de mi resistencia, le faltaban manos para retenerme, me tiro al suelo en el otro lado de la habitación y me dejo las manos atadas al lavamanos.
Empezó a posar sus asquerosos y sucios labios sobre mi cuello dejando un reguero de pestilencia con saliva. La mano que había tenido dentro de mi espalda me la acerco a la cara, según él, era muy sabrosa mi sangre, acabe escupiéndosela en la cara y él riéndose de ello.
Con sus uñas empezó a rasgarme toda la ropa y cuando no quedaba más ropa en esa parte me arañaba con ellas. ¿Cuánto iba a durar aquella tortura? ¿Por qué no acababa ya con aquello? Preferiría estar pudriéndome bajo tierra, que mi alma se consumiera en las brasas del infierno que seguir con todo aquello, ¿por qué la vida me estaba tratando así?
Aunque estaba sin moverme, dejando a mi mente escapar imaginando las formas en las que me gustaría torturarle, desollarle y todas las cosas horribles que se me podías pasar por la cabeza, no podía evitar sentir todo lo que me estaba haciendo, el dolor que me estaba causando. Me estaba haciendo heridas superficiales que rápidamente se volvían a cerrar y él se dedicaba a volver a abrir para jugar con la sangre que salía de ella.
                -Os voy a necesitar a todos, incluso a más, aún es pronto pero las cosas hay que planearlas con tiempo. No te puedes imaginar de lo especial que eres y lo que llegaras a hacer. No hará falta que me des las gracias por el tiempo extra que te estoy brindando, en algún momento me lo tendrás que devolver.
                -Por mi te podrías haber quedado con tu tiempo de más, no lo quería antes y tampoco ahora. Te odio y jamás haré nada por ti.
                -Peleona, cada vez me gustas más. Me serás muy útil, porque ¿sabes lo complicado que es encontrar a la persona adecuada? Puede ser una tarea tediosa, pero tengo que hacerlo, mi supervivencia depende de ello. Las mortales corrientes son aburridas, buenos aperitivos, sí, pero aburridas. Y ahora cierra esa boca o tendré que hacerlo yo.

Se estaba acercando a mi boca, se humedecía los labios. Me beso, invadiendo toda mi boca con su asquerosa lengua putrefacta. Sus dientes se clavaban en mis labios como si nada, por ello decidí que yo hincaría los míos en su lengua.
                -¡Mal nacida! Te las voy a hacer pagar.
                                                                             •••
Y eso hizo, destrozo mi cuerpo, desde el cuello en descenso. Me apaleo, araño, desangro, mordió… Entro sin permiso, dejando su huella por todos los resquicios que mi cuerpo tenia. Abuso de mí sin contemplaciones, bañándose en cada lágrima de dolor, desprecio y odio que emanaban de mis ojos. ¿Mis gritos? Hacían que aun disfrutara más de su maltrato. Lo repitió una y otra vez hasta que la noche se volvió día, hasta que se sacio. Me había quedado sin lágrimas, ya no tenía más voz, no me quedaban fuerzas para luchar.
Se fue hacia la bañera para llenarla de agua y se empezó a poner la ropa como si nada mientras yo seguía atada. Se estaba vistiendo y me miraba con cara de no saber qué hacer conmigo.
                -Voy a tener que pasar más tiempo contigo del que pensaba, no solo por lo divertido que ha resultado esto, tienes mucho que aprender y que cambiar.
Siguió hablando y hablando pero no podía concentrarme en ello, solo había algo en mi mente y era la forma en que lo mataría tarda más o menos, acabaría con él.
Me quito las ataduras y me llevo hacia la bañera. El agua estaba hirviendo pero seguía estando desconectada de todo y solo sentí un cosquilleo. Estaba sondándome con los ojos, buscaba un mínimo de reacción. Torció su cabeza como si sopesara una idea, lo último que vi fue que sonreía y me hundía en el agua. Me tenía sujeta por la garganta y la apretaba contra el suelo. Mis pulmones tenían menos oxígeno y más agua. El pecho me quemaba…

El sonido del agua me trajo de vuelta aun con la sensación de que me estaba ahogando. El baño estaba desastroso y se había dejado el grifo abierto, fui a cerrarlo y allí estaba, me había dejado una sorpresa: una chica de no más de dieciocho años con la garganta arrancada de cuajo, aún tenía miedo en sus ojos y me miraban.

No podía haber vuelto, no podía ser. Tenía que llamar a Jules, el sabría qué hacer. Si, si esa era una buena idea para empezar, al fin y al cabo, nos encontrábamos en la misma situación: había vuelto para la recolecta, para el sacrificio. 

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