Después de cerrar un buen negocio siempre es bienvenida una celebración.
Nos fuimos los de siempre, al bar de siempre, a celebrarlo como siempre, pero
no todo ocurrió como siempre. ¿Cómo iba yo a saber que aparecería por la
puerta? ¿Cómo iba a saber que después de tantos siglos volvería? No era
exactamente él, su piel era algo más pálida, era menos corpulento y su sonrisa,
esa tan imperfecta, era reluciente como el mismo sol, ni un diente torcido.
Me negaba a pensar que pudiera ser él. Estaba muerto, hacia
siglos que lo estaba. Pero, pero su olor… tenía que ser él, tenía que saber cómo,
cuándo. Tenía… tenía que… Lo único que paso fue que mi copa se resbalo de entre
mis dedos, cuando baje la mirada había un charco color escarlata sobre el suelo…
Todo el suelo estaba
manchado con su sangre, con su olor, tan intenso como abrumador. ¿Qué diablos había
hecho? ¿Cómo podía haberme comportado así? Aún seguía acurrucada en aquella esquina,
cada musculo entumecido. Hacia horas que la sombra se lo había llevado, Dios
sabe dónde, pero yo aún le veía tirado en el suelo, con la mirada ida, sin su
brillo de siempre. Su boca formaba una horrible mueca y de ella goteaba sangre.
La sangre le envolvía, había dejado su cuerpo dibujado y luego arrastrado.
Me fui descongelando,
aun en trance me moví hacia la cocina y tomar trapos, agua y todo lo que pille
para quitarle de aquel suelo mohoso. Cuando más intentaba quitarlo más se esparcía.
Estaba cubierta por él.
-¿Qué has hecho monstruo?¿Cómo has podido?
Tenía que deshacerme de aquello, no podía quedarse allí.
-¿Qué has hecho monstruo?¿Cómo has podido?
Tenía que deshacerme de aquello, no podía quedarse allí.
•••
No sé cuánto tiempo
paso hasta que logre quitarlo todo, pero aún seguía allí, manchaba el suelo, su
oler impregnaba cada resquicio, su alma estaba allí, atrapada, mirándome con
ojos acusadores, preguntándome porque, odiándome. Aún seguía con su sangre en mí,
¿alguna vez podría quitármela?
No se cómo llegue
dentro de la bañera pero si la sensación de querer arrancarme la carne a tiras,
de cómo tirar de ella para poder quitármelo, para poder salir de aquella
pesadilla. Daba igual cuantos cortes me provocara, en apenas un instante se volvían
a curar, una y otra vez.
•••
Aún seguía dentro de
la bañera cuando le note mirándome, no sé cuánto tiempo llevaría allí, ¿acaso
importaba? Tal vez, si seguía inmóvil se fuera, borrara todo a su pasar,
¿alguna vez tuve suerte?
-¿Se puede saber hasta cuando te vas a quedar ahí? Vale que ahora tengas
toda la eternidad por delante pero tenemos cosas que hacer.
Solo se, que después de
aquellas palabras me encontraba en el suelo sobre él, intentando estrangularle
con mis manos. Lo único que hacía era reírse, reírse de mí cuanto más apretaba.
Deseaba matarle. Pero era inútil. En cuanto me noto flaquear me estrello contra
la pared dejándome sin aliento. Se quedó observándome detenidamente y como una
serpiente se fue acercando a mí, tocándome, haciendo que me sintiera aún más
repulsiva.
-¿Realmente quieres hacerme
daño? Oh, cariño, lo dudo mucho. Te hice un gran regalo, que menos de que seas
agradecida y me cumplas, ¿no lo crees? Tampoco pido tanto.
No podía moverme, me tenía
acorralada. La cabeza me iba a mil por hora, no sabía que podía hacer, estaba
todo perdido. Era inútil.
Sus asquerosas manos fueron
bajando y bajando por mi cuerpo. Una de ellas la detuvo sobre el final de la
espalda, mientras tanto, la otra seguía bajando. No podía mirar, ya era
demasiado con sentirle. Asqueada volví la cara pero un instante después tenía
su mano en mi mandíbula obligándome a mirarle. Me hacía daño, como si eso
le hubiera importado alguna vez.
-Oh, no, no. Las niñas malas
tienen que ser castigas…
No había acabado la
frase cuando ya estaba hincándome sus uñas en la espalda, rasgándomela…
Sentí otra vez la mano al final de la espalda, eso me saco
de la ensoñación pero seguía sintiendo sus uñas rozándome la columna. Me gire y
le retorcí el brazo, pero no a Sombra, a la persona equivocada…
-¡Joder
que te pasa Al!
-¡Mierda!
Perdona, fue sin querer
-Menos
mal que casi me partes el brazo sin querer
Su mirada irradiaba odio y dolor, pero no sé qué me vería
que su enfado amenguo.
-Al, ¿estás bien? ¿Qué te pasa?
-Pe-perdona de verdad, ha sido un
simple mareo, no esperaba que te acercaras
-¿Estas segura? ¿Quieres que te
lleve a casa? Estabas como en trance…
No podía dejar de mirarle, incluso si no lo tenía a la
vista, le sentía. ¿Cómo podía estar pasando? ¿Sombra tendría algo que ver o
simplemente mi mala suerte estaba detrás de todo? ¿Karma tal vez?
•••
Fueron pasando los minutos, a veces lentos, a veces
demasiado rápidos pero ninguno de ellos me dio el valor suficiente para
acercarme a él. ¿Qué podría decirle? ¿Cómo mirarle? Era una tontería, no era
él, me había equivocado, si, si era eso. Pero… si era eso… ¿Por qué sentía que
me quedaba sin aire con solo tenerle cerca? ¿Por qué sentía la culpa sobre mis
hombros? Lo había dejado enterrado, todo, todo lo referente a aquel día, todo
sobre él, todo. Fueros muchos años para poder hacerlo, pero parece que eso no ha
importado.
Necesitaba un poco de aire, cada vez sentía más opresión,
como si me hubieran metido en una caja que cada vez se fuera haciendo más
pequeña.
Salí por la puerta cuan exhalación. Fuera hacia frio, parecía
que se acercaba una nevada pero el cielo estaba completamente despejado. Me
coloque en una de las mesas, con mi copa y el cigarro recién encendido. Estaba
todo tranquilo, oí como alguien más salía del lugar. Era él.
-Cuanta
tranquilidad hay aquí fuera
-Em.. sí,
claro
-Oh, no
me he presentado, me llamo Leo. ¿Y tú eres..?
-Alicia
-Encantado
Alicia, ¿puedo sentarme contigo?
-Em.. sí,
claro
Con cada paso que daba hacia mí, su olor se hacía más
intenso, su corazón mantenía el ritmo, un ritmo que hacía mucho que no oía. Me
tranquilizaba.
-Me
siento mal, pero es mi primer día y apenas recuerdo la mitad de los nombres de
los de ahí dentro.
-No te
preocupes, es normal. Eso me recuerda que, ¿es por ti todo el revuelo entre las
chicas?
-Parece
ser que si
Empezó a reír, como su risa, la risa de Fernando, de él.
Dejamos de mirar a las estrellas y nos quedamos durante un momento fijos uno en
el otro. Eran los de él.
-No es
que esté intentando ligar conmigo ni nada por el estilo pero, ¿nos conocemos de
algo? Me resultas vagamente familiar pero no logro situarte. Es un tanto
extraño, como si fuera de toda la vida.
Me quede congelada, ¿qué diablos iba a responderle? Me puse
nerviosa y volqué la copa derramándosela encima de la camisa.
-Oh,
santo cielo, perdona.
-No, no
pasa nada, ¿hice algo para incomodarte?
-No,
claro que no, solo estoy algo mareada. Y no, no nos conocemos de nada. Seguro. Perdón por lo de la camisa, te la llevare a la tintorería.
-Bah,
no es nada. Si me invitas a una copa todo quedara en paz, ¿vale?
En ese momento lo note, todo iba a cambiar aunque no sabía
si seria para bien o para mal.
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