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sábado, 27 de agosto de 2016

Bleeding heart, capítulo 6

No quería pensar por lo que habría podido pasar aquella chica porque si lo hacía me acabaría dando pena y no podía dejar que eso pasara. Estaba resultando más difícil de lo que me había imaginado el sacarle la información, aunque ya llevábamos horas seguía sin soltar prenda, tal vez no supiera nada o tal vez estaba demasiado bien enseñada para recibir dolor que se lo estaba tomando como un juego.

Por cada minuto que pasaba mi paciencia se iba agotando más y más. No paraban de venirme a la mente escenas ya pasadas y una vocecita me decía que lo repitiera en ella. La idea me revolvía el estómago pero había una pequeña parte de mí que sabía cuánto lo disfrutaría. Dejar a aquella voz que tomara rienda suelta de mis actos me tendría más cerca de acabar con él, ella me daría las respuestas pero por otro lado me haría ser más como él, ¿quería eso? Pues claro que no lo quería, ¿no? A fin de cuentas, todo era para protegerme a mí y a los míos, si moría no sería culpa mía sino de él. Por culpa de él y de sus malditos planes es por lo que está pasando todo esto. ¡Mierda! Había olvidado contactar con el resto.

¿Cómo había sido tan estúpida? Esta chica era una distracción, a saber a cuantos había reclutado ya, a saber que les había hecho a los que como Jules y yo nos había alzado en su contra. ¿Cuántos habríamos quedado en pie? No le ha podido dar tiempo a ir uno por uno salvo que… ¿y si pusieron en marcha el plan? Si les había pillado juntos entonces…
De solo pensar en ello una nueva rabia me inundo, no podía seguir esperando más. Me lo tendría que contar o no volver a hablar más.

Los cortes empezaron a ser más profundos, las heridas que ya estaban sanando, vueltas a abrir, los moratones se extendían aún más por su cuerpo, los huesos o estaban dislocados o en añicos. A veces se le escapaba algún grito, otras solo una risa débil. Me estaba sacado de quicio.

                -Pajarito, como no empieces a hablar de una jodida vez te voy a desplumar, te voy a dejar que te desangres. Te prometo que es todo un tormento. No sé cuál de las dos acabara disfrutándolo más.
                -Pues hazlo.

La voz le temblaba cuando lo dijo pero eso no me detuvo. Tira por tira le fui quitando su piel de porcelana, cada vena y arteria eran perforadas. El suelo de la habitación estaba cubierto por su sangre, era repugnante. ¿Pero qué estaba haciendo?

                -Solo tienes que decirme que está planeando hacer, cuáles son sus pasos y esto acabara, lo juro.

Movió los labios, apenas decía algo en un susurro y con la voz ronca aún menos se podía percibir lo que decía.

                -¡Joder! Has tenido que esperar a estar así para empezar a hablar

Le di de mi propia sangre, lo justo y necesario para que hablara. La muy necia después de tomarse mi sangre se volvió a quedar callada. Espero, espero pero no dice nada. Me hierve la sangre casi de una forma literal. Tengo paciencia, de verdad, pero fue la gota que colmó el vaso. En un visto y no visto tenía mi mano dentro de su pecho, si la movía un poco más podría rozarle el corazón. Mientras removía la mano dentro de ella soltó un alarido, parecía que estaba lista para hablar.

                -¡PARA! No puedes matarme, él me protegerá
                -¿Acaso tú estás viendo algo que yo no? No está aquí, te ha abandonado como hizo con todos los demás antes que tú. Solo una necia creería lo contrario. ¿Hablaras o tengo que estrujártelo?

Para que viera que no era un farol puse mi mano alrededor de su corazón. Intente imitar su sonrisa, esa misma que ponía para decirme que lo que venía no era nada bueno pero que él lo disfrutaría como nunca. Si, esa misma sonrisa que aparecía nada más cerrar los ojos. Y por su reacción, el pajarito también la tuvo que haber visto antes ya que aunque intento disimularlo, su expresión de miedo, los temblores… Eran difíciles de ocultar cuando tú has estado en su misma situación.   

                -Y ahora bien, ¿algo que decir?

                -Está débil, bueno al menos eso dice él. No sabe si seréis suficientes, algunos no le valen. No sé porque de verdad, yo misma soy una de los fallidos. No está contento con lo que habéis hecho sus favoritos, se siente traicionado, su informador se lo ha contado todo desde el principio. Lo sabe querida. Sabe todos vuestros planes, ha ido a por cada uno de ellos y el que no se ha unido por voluntad… bueno ya sabes lo persuasivo que puede llegar a ser, ¿no?

                -¿Qu-quien ha sido? ¿Cuál es su próximo paso? ¿Quiénes quedamos? ¡HABLA!
                -El eslabón más débil siempre es más fácil
                -No, es imposible que Víctor cediera, jamás le perdono lo que le hizo a su familia.
                -Mira que eres estúpida, ¿qué vio en ti? ¿Qué tienes de especial?
                -Responde a las preguntas
                -Cada momento que pasa vais quedando menos, eso tenlo por seguro. Está organizándolo todo, hay fecha límite para ello
                -¿Cuándo?
                -Dos semanas tal vez.
                -¿Tal vez? Aclárate, ¿cuándo es el sacrificio y dónde?
                -Solo se eso, no me lo cuenta todo, es lo que he ido oyendo por los rincones, cosas que él ha dejado caer cuando yo estaba presente.

Prácticamente no tenía nada, lo único era la rabia y el odio que me estaba inundando.

                -Bien, no has sido un error tan grande, has servido para algo. Nos veremos en el infierno, querida.

Clave mis uñas en su corazón aferrándome a el. Quería que fuera lo último que viera. Se lo saque de cuajo y lo estruje como si no hubiera un mañana. Sus ojos mantenían la expresión de miedo y un silencioso grito se había quedado grabado en su boca.

El teléfono empezó a sonar enrabietado. Por un momento me quede paralizada, ¿sabrían lo que acababa de hacer? Era algo imposible, estaba todo cerrado, las paredes y cristaleras eran insonorizadas. Me acerque y lo descolgué, al otro lado estaba todo en completo silencia hasta que…

                -¿Me has extrañado? No me digas que has sido una niña mala, aunque ya sabes cómo eso me gusta, pero aún más el castigo que a ello le sigue. ¿Recuerdas los castigos? Siempre fuiste mi favorita, aprendiste a callar los gritos en los momentos exactos y desatarlos en los mejores, tal vez yo ayudara en esos momentos. No podrás negarme que eran buenos esos momentos. ¿Tienes ganas de verme? Yo mato por ello. Pronto tendrás noticias mías querida.

Y colgó. Me quede con el teléfono aun pegado a la oreja, completamente atónita, ¿y ahora qué? Cerré los ojos intentando sumirme en esa oscuridad ya tan conocida, tenía que tranquilizarme, pensar de manera fría. Debía de ser muy precisa en mis siguientes pasos, adelantarme a él fuera como fuese y vengarme del traidor. Tal vez si a los que aún quedaban les contaba lo que había pasado resistirían antes de ceder, incluso morirían bajo sus propias manos antes que dejar que Sombra hiciera nada, ¿pero cómo saber quiénes quedamos? Me vuelvo hacia el cadáver de la chica, tal vez fui demasiado impulsiva después de todo…

Aun había contactos fieles que me hicieron el favor de llevársela de mi vista y traerme algunas cosas que necesitaba, mientras exista sangre y dinero por medio, puedes conseguir lo que necesites.
Metí todo lo que creí que necesitaría en las maletas, no me quedaría allí después de todo lo ocurrido, sería demasiado fácil. Y solo tenía como dos semanas para prepararme y a los quisieran seguirme. La posible idea de tener que enfrentarme a los que se les podría llamar amigos o familia hacia que el estómago se me revolviera y eso me recordaba que tenía alimentarme. Apenas las heridas habían empezado a cicatrizar bien, estaba exhausta y famélica pero no podía quedarme allí.


Mis ojos depararon en la daga, la habían dejado encima de la cómoda, estaba brillando como un pequeño sol. Fui a cogerla pero vacile, era de él al fin y al cabo, tal vez le había hecho algo o tal vez me estaba volviendo loca. Ya sabía dónde acabaría esa daga, ¿me quería de vuelta? Pues me tendría. Presentaría batalla hasta el último momento y si no podía derrotarle al menos haría que fracasaran sus planes. 

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