No quería que todo acabara así, todo el mundo comete errores y son perdonados tarde o temprano. Los dos estaban equivocados, no podrían dejarlo todo atrás aunque quisieran, cada mirada los delataban.
Pero eso no le impidió a Leandro casarse.
Joana aguanto la compostura durante toda la ceremonia pero no más.
Horas después Joana se fue a su habitación, minutos después todo salio ardiendo.
La habitación de Joana ardía y con ella dentro, todo estaba perdido. En un momento desesperado de intentar salvarla, Leandro entro corriendo en el cuarto, solo pudo ver la silueta de alguien junto a la ventada.
Cuando consiguieron apagar el fuego no quedaba nada reconocible entre las cenizas.
No podían creerse que la princesa hubiera muerto en tales circunstancias, no se lo explicaban.
Leandro estaba desconcertado, jamás pensó que fuera a pasar eso, la creía más fuerte... Mientras se lamentaba en el balcón una flecha le paso rozando el oído. Venia con una carta clavada, la cual decía:
Quien me acuse de cobarde no puedo decirle que no, pero no podía seguir con esa mentira ni tampoco viendo lo que sucedía y sentir la impotencia de no poder hacer nada para cambiarlo.
No podía seguir fingiendo entiéndeme, el verte feliz con otra que no era yo hacia que mi corazón se partiera en dos. Y tampoco podía mirar a Rober sin ver tu reflejo en él, sin hacer comparaciones, no se merece que le haga daño después de todo lo que ha pasado.
No le digas a nadie la verdad, necesito empezar una nueva vida desde cero, en algún lugar donde nadie sepa de mi existencia, necesito olvidarte y olvidarme de mi.
Te deseo felicidad y que nunca nos volvamos a encontrar, no me lo tomes a mal, lo hago por mi.
Atentamente, Joana.
Leandro arrugo el papel y lo tiro el trozo de papel al fuego, metió algunas prendas y las empaqueto. Cogió todas las monedas de oro que pudo y salio por la puerta sin mirar atrás.
Tenia que ir a buscarla y encontrarla, no se podía quedar de brazos cruzados, no pararía de buscarla hasta que no la encontrara aunque eso fuera lo último que hiciera...
Quien sabe si alguna vez se volverían a encontrar...
o si se volverían a enamorar...
si se podrían olvidar el uno del otro...
si Leandro llegaría a tiempo...
si podrían haber echo algo para cambiar lo que sucedió..
El destino es dichoso y teje hilos enredados y todo depende de si queremos seguirlo o cortarlo.
Tú eras el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o que abatirme...!
¡No pudo ser!
Tú eras el océano; y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén.
¡Tenías que romperte o que arrancarme...!
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!