Pages - Menu

sábado, 27 de agosto de 2016

Bleeding heart, capítulo 6

No quería pensar por lo que habría podido pasar aquella chica porque si lo hacía me acabaría dando pena y no podía dejar que eso pasara. Estaba resultando más difícil de lo que me había imaginado el sacarle la información, aunque ya llevábamos horas seguía sin soltar prenda, tal vez no supiera nada o tal vez estaba demasiado bien enseñada para recibir dolor que se lo estaba tomando como un juego.

Por cada minuto que pasaba mi paciencia se iba agotando más y más. No paraban de venirme a la mente escenas ya pasadas y una vocecita me decía que lo repitiera en ella. La idea me revolvía el estómago pero había una pequeña parte de mí que sabía cuánto lo disfrutaría. Dejar a aquella voz que tomara rienda suelta de mis actos me tendría más cerca de acabar con él, ella me daría las respuestas pero por otro lado me haría ser más como él, ¿quería eso? Pues claro que no lo quería, ¿no? A fin de cuentas, todo era para protegerme a mí y a los míos, si moría no sería culpa mía sino de él. Por culpa de él y de sus malditos planes es por lo que está pasando todo esto. ¡Mierda! Había olvidado contactar con el resto.

¿Cómo había sido tan estúpida? Esta chica era una distracción, a saber a cuantos había reclutado ya, a saber que les había hecho a los que como Jules y yo nos había alzado en su contra. ¿Cuántos habríamos quedado en pie? No le ha podido dar tiempo a ir uno por uno salvo que… ¿y si pusieron en marcha el plan? Si les había pillado juntos entonces…
De solo pensar en ello una nueva rabia me inundo, no podía seguir esperando más. Me lo tendría que contar o no volver a hablar más.

Los cortes empezaron a ser más profundos, las heridas que ya estaban sanando, vueltas a abrir, los moratones se extendían aún más por su cuerpo, los huesos o estaban dislocados o en añicos. A veces se le escapaba algún grito, otras solo una risa débil. Me estaba sacado de quicio.

                -Pajarito, como no empieces a hablar de una jodida vez te voy a desplumar, te voy a dejar que te desangres. Te prometo que es todo un tormento. No sé cuál de las dos acabara disfrutándolo más.
                -Pues hazlo.

La voz le temblaba cuando lo dijo pero eso no me detuvo. Tira por tira le fui quitando su piel de porcelana, cada vena y arteria eran perforadas. El suelo de la habitación estaba cubierto por su sangre, era repugnante. ¿Pero qué estaba haciendo?

                -Solo tienes que decirme que está planeando hacer, cuáles son sus pasos y esto acabara, lo juro.

Movió los labios, apenas decía algo en un susurro y con la voz ronca aún menos se podía percibir lo que decía.

                -¡Joder! Has tenido que esperar a estar así para empezar a hablar

Le di de mi propia sangre, lo justo y necesario para que hablara. La muy necia después de tomarse mi sangre se volvió a quedar callada. Espero, espero pero no dice nada. Me hierve la sangre casi de una forma literal. Tengo paciencia, de verdad, pero fue la gota que colmó el vaso. En un visto y no visto tenía mi mano dentro de su pecho, si la movía un poco más podría rozarle el corazón. Mientras removía la mano dentro de ella soltó un alarido, parecía que estaba lista para hablar.

                -¡PARA! No puedes matarme, él me protegerá
                -¿Acaso tú estás viendo algo que yo no? No está aquí, te ha abandonado como hizo con todos los demás antes que tú. Solo una necia creería lo contrario. ¿Hablaras o tengo que estrujártelo?

Para que viera que no era un farol puse mi mano alrededor de su corazón. Intente imitar su sonrisa, esa misma que ponía para decirme que lo que venía no era nada bueno pero que él lo disfrutaría como nunca. Si, esa misma sonrisa que aparecía nada más cerrar los ojos. Y por su reacción, el pajarito también la tuvo que haber visto antes ya que aunque intento disimularlo, su expresión de miedo, los temblores… Eran difíciles de ocultar cuando tú has estado en su misma situación.   

                -Y ahora bien, ¿algo que decir?

                -Está débil, bueno al menos eso dice él. No sabe si seréis suficientes, algunos no le valen. No sé porque de verdad, yo misma soy una de los fallidos. No está contento con lo que habéis hecho sus favoritos, se siente traicionado, su informador se lo ha contado todo desde el principio. Lo sabe querida. Sabe todos vuestros planes, ha ido a por cada uno de ellos y el que no se ha unido por voluntad… bueno ya sabes lo persuasivo que puede llegar a ser, ¿no?

                -¿Qu-quien ha sido? ¿Cuál es su próximo paso? ¿Quiénes quedamos? ¡HABLA!
                -El eslabón más débil siempre es más fácil
                -No, es imposible que Víctor cediera, jamás le perdono lo que le hizo a su familia.
                -Mira que eres estúpida, ¿qué vio en ti? ¿Qué tienes de especial?
                -Responde a las preguntas
                -Cada momento que pasa vais quedando menos, eso tenlo por seguro. Está organizándolo todo, hay fecha límite para ello
                -¿Cuándo?
                -Dos semanas tal vez.
                -¿Tal vez? Aclárate, ¿cuándo es el sacrificio y dónde?
                -Solo se eso, no me lo cuenta todo, es lo que he ido oyendo por los rincones, cosas que él ha dejado caer cuando yo estaba presente.

Prácticamente no tenía nada, lo único era la rabia y el odio que me estaba inundando.

                -Bien, no has sido un error tan grande, has servido para algo. Nos veremos en el infierno, querida.

Clave mis uñas en su corazón aferrándome a el. Quería que fuera lo último que viera. Se lo saque de cuajo y lo estruje como si no hubiera un mañana. Sus ojos mantenían la expresión de miedo y un silencioso grito se había quedado grabado en su boca.

El teléfono empezó a sonar enrabietado. Por un momento me quede paralizada, ¿sabrían lo que acababa de hacer? Era algo imposible, estaba todo cerrado, las paredes y cristaleras eran insonorizadas. Me acerque y lo descolgué, al otro lado estaba todo en completo silencia hasta que…

                -¿Me has extrañado? No me digas que has sido una niña mala, aunque ya sabes cómo eso me gusta, pero aún más el castigo que a ello le sigue. ¿Recuerdas los castigos? Siempre fuiste mi favorita, aprendiste a callar los gritos en los momentos exactos y desatarlos en los mejores, tal vez yo ayudara en esos momentos. No podrás negarme que eran buenos esos momentos. ¿Tienes ganas de verme? Yo mato por ello. Pronto tendrás noticias mías querida.

Y colgó. Me quede con el teléfono aun pegado a la oreja, completamente atónita, ¿y ahora qué? Cerré los ojos intentando sumirme en esa oscuridad ya tan conocida, tenía que tranquilizarme, pensar de manera fría. Debía de ser muy precisa en mis siguientes pasos, adelantarme a él fuera como fuese y vengarme del traidor. Tal vez si a los que aún quedaban les contaba lo que había pasado resistirían antes de ceder, incluso morirían bajo sus propias manos antes que dejar que Sombra hiciera nada, ¿pero cómo saber quiénes quedamos? Me vuelvo hacia el cadáver de la chica, tal vez fui demasiado impulsiva después de todo…

Aun había contactos fieles que me hicieron el favor de llevársela de mi vista y traerme algunas cosas que necesitaba, mientras exista sangre y dinero por medio, puedes conseguir lo que necesites.
Metí todo lo que creí que necesitaría en las maletas, no me quedaría allí después de todo lo ocurrido, sería demasiado fácil. Y solo tenía como dos semanas para prepararme y a los quisieran seguirme. La posible idea de tener que enfrentarme a los que se les podría llamar amigos o familia hacia que el estómago se me revolviera y eso me recordaba que tenía alimentarme. Apenas las heridas habían empezado a cicatrizar bien, estaba exhausta y famélica pero no podía quedarme allí.


Mis ojos depararon en la daga, la habían dejado encima de la cómoda, estaba brillando como un pequeño sol. Fui a cogerla pero vacile, era de él al fin y al cabo, tal vez le había hecho algo o tal vez me estaba volviendo loca. Ya sabía dónde acabaría esa daga, ¿me quería de vuelta? Pues me tendría. Presentaría batalla hasta el último momento y si no podía derrotarle al menos haría que fracasaran sus planes. 

miércoles, 24 de agosto de 2016

Bleeding heart, capítulo 5

Después de unas diez o doce llamadas Jules seguía sin cogerme el teléfono, ¿será que ya le había atrapado? No podría ser, era demasiado listo, demasiado astuto para ello, pero es de Sombra del que estamos hablando. No tenía tiempo para estar pensando en suposiciones, tenía que deshacerme del cuerpo y limpiarlo todo, tenía que prepararme para lo que se avecinaba.
No sabía ni por dónde empezar, hacía años que no tenía un cadáver en casa. El hedor era tal que se me estaba pegando por dentro, no debía dejarlo todo abierto ya que alguien podría ver lo que pasaba aquí dentro. ¿Dónde diablos iba a meter a aquella chica? Deshacerme de ella en cualquier lugar podría conducirles hasta mí, tal vez. Tampoco podía dejarla allí hasta saber que hacer ya que Sombra podría haber planeado algo y tenderme una trampa.

¡AAAAAAHHHH! Me estaba volviendo loca. Respirar hondo y centrarme, si, no podía dejarle entrar otra vez, había un plan tenía que seguirlo, con o sin Jules esto tenía que seguir adelante. Debía de contactar con los otros y advertirles. No estábamos ya seguros, no sabía cuánto tiempo nos quedaría ni quienes caeríamos.
Deje el baño para el final, no podía entrar allí. Así que, al cabo de unas horas estaba prácticamente todo recogido pero la pestilencia que invadía el baño no paraba de recordarme que me estaba esperando allí, con sus ojos fijos que me seguían, haciéndome culpable de que hubiera muerto, dejándome sus últimos miedos y dolor presentes. Estaba a punto de entrar para acabar de una vez con todo aquello, pero el móvil empezó a sonar. Era Jules.

                -¿Estas bien? Ha estado aquí, estaba todo lleno de sangre, me ha dejado un mensaje y un regalo. ¿Jules?
                -Sí, sí, estoy bien. ¿Cómo te ha podido encontrar?
                -No lo sé, antes de llegar sentí que alguien me estaba observando, quizás alguien se lo filtrara o… no lo sé Jules. Hay que empezar con el plan, no le podemos dejar que siga en marcha con el sacrificio. ¿Y porque no me has contestado? Pensé que te habría pillado.
                -Perdona, he estado ocupado, por lo visto él ha estado en más refugios. Se ha llevado a varios ya Al, se los ha llevado. El plan no va a funcionar, todo ha empezado ya.
                -¿Qué estás diciéndome Jules? ¿Te estas rindiendo? Sabes también como yo lo que eso significaría, no podemos, sabes que no podemos hacerlo.
                -No, ya, pero tal vez… tal vez podamos salvarnos si nos entregamos, ya sabes que no le gusta el juego del ratón y el gato. Somos muchos y sabes que somos de sus favoritos, nos perdonara.
                -¿Pero qué coño me estas contando? ¿Ya no te acuerdas de las torturas, de las violaciones, de lo que nos hizo hacer? Porque yo lo vivo cada vez que cierro los ojos, todo vuelve. No me lo puedo creer, es imposible. Estas de broma, ¿no? ¿Jules?
                -Piénsalo, ¿vale? Todo puede irnos bien si lo hacemos.
                -Ha estado allí, ¿no es así? Te ha convencido para toda esta perorata. ¿Qué te ha hecho?

No llegue a oír su respuesta, la llamada se había cortado. Tal vez el miedo se estaba apoderando de él y por eso se había puesto así, sí, claro, tenía que ser eso, no nos podía traicionar después de tanto por lo que habíamos pasado. Aun con todo dándome vueltas en la cabeza me dirigí hacia el baño, cuanto antes acabara antes empezaría el plan y buscaría a los que aun quedábamos.
Antes de abrir la puerta sentí un escalofrió recorrerme la espalda, algo andaba mal. Puse la mano en el pomo y lo hice girar, lentamente se fue abriendo la puerta para mostrarme un baño completamente recogido, sin ninguna mancha de sangre, ni cuerpo en descomposición, nada.
¿Cómo diablos…? ¿Qué es lo que había pasado? Solo había estado al teléfono unos minutos…bueno, es cierto que llevaba horas la puerta cerrada pero…salvo que…
Todo ocurrió muy rápido. En el segundo que tarde en darme la vuelta para ver que ocurría ya la tenía encima. La misma chica que hacia horas estaba muerta en la bañera de mi piso ahora la tenía encima de mí intentando arrancarme la cabeza.
Me había tumbado, con el impacto del golpe, en el suelo. Esta sobre mi pecho intentando inmovilizarme y buscando mi cuello con manos y boca. No me resulto demasiado difícil de deshacerme de ella, pero volvió a atacar. Su fuerza no hacía más que aumentar, más se enfadaba, más fuerte era. Sus ojos estaban al rojo vivo y se empezaban a teñir de negro…

                -Tranquilízate, ¿vale? Dime quien eres y porque estabas aquí
                -¿Cómo crees que sonaran tus huesos mientras los rompo uno a uno? ¿O si te desuello? Me encantaría oír como te arranco la cabeza, como se separa cada musculo, fibra por fibra. Como las cervicales se separan. Como tu piel se estira hasta separarse…

Se lanzó contra mí y solo por los pelos pude esquivarla. Ella era la depredadora y yo me había convertido en su presa. Tenía demasiados años y experiencia como dejar que una iniciada pudiera conmigo. La agarre del pelo y le estampe la cabeza contra el suelo, una y otra vez hasta que me agarro de la mano con la que la sujetaba y me lanzaba por encima de ella estrellándome sobre el cabezal de la cama.
La nariz la tenía completamente aplastada ensangrentándole toda la cara, pero eso no le quitaba la sonrisa socarrona. Me miraba como si ella supiera algo que yo desconocía. Aunque tuviera que sacarle la piel a tiras acabaría enterándome de ello, por algo él la había dejado allí. Una furia ciega se estaba apoderando de mí, arranco uno de los barrotes del cabezal, el juego se había acabado de una maldita vez.
Me baje de la cama sin romper el contacto visual, esperando el ataque. Saco una daga de algún sitio. Me era demasiado familiar como para no reconocerla. Un instante después estaba lanzándome contra ella, asestándole golpes con la barra, lo único que conseguí fue hacerle cortes. Su cuchilla me había asestado en los brazos y en la pierna derecha, eran fuego recorriéndome. Lo único que veía era rabia. Golpes más fuertes, intentos más mortales. Me estaba agotando demasiado rápido y ella seguía tan bien, sus cortes y huesos se estaban curando, los míos no. Le atravesé el hombro en un intento de traspasarle el corazón. La deje clavada a la pared y le arrebate la maldita daga. Se la puse en el cuello, su espantosa sonrisa flaqueaba. Removí la barra con la que la había ensartado arrancándole un grito, era música para mis oídos.

                -¿Qué tal te parece si empezamos con el desuello?

Le descoloque las hombros, me daría el tiempo suficiente para poder ir a por algo para agarrarla. Tome el resto del cabecero y lo puse cerca. En cada muñeca le ensarte otra barra, podría resultar hasta cómico si no fuera por la rabia que me estaba dominando.


                -Bueno pajarito, ¿vas a empezar a cantar o tengo que ir quitándote las plumas?

lunes, 22 de agosto de 2016

Bleeding heart, capitulo 4

Parecía que el tiempo no pasaba, tal vez, por un momento se mantuvo detenido, quien sabe. Charlamos durante lo que se podrían considerar décadas en unos pares de horas. Me hizo sonreír, de esa manera que él solo sabía hacer y si hubiera podido, hasta sonrojarme. Luego, cuando ceso la risa y se hizo ese silencio, ya sabéis, ese silencio extraño y cómodo a la vez, nuestros ojos no podían separarse de los del otro. Solo cuando el camarero vino a decirnos que ya solo les quedaba nuestra mesa para recoger, se rompió esa conexión.
Una sensación de calidez empezaba a surgir, como en los viejos tiempos, incluso los celos estaban volviendo. No, esta vez lo haría bien, esta vez tenía que mantenerle alejado de mí, otra cosa muy distinta es que lograra conseguirlo.
                -Madre mía, es tardísimo, se me ha pasado el tiempo volando.
                -Cierto y mañana hay que trabajar.
                -Oh, vamos, no arruinemos la noche pensando en que mañana hay que trabajar.
                -Perdona.
Cuando llegamos a mi coche se despidió dejándome un beso en la mejilla. No quiero ni pensar en la cara de idiota que se me habría quedado, pero él siguió su camino sin mirar hacia atrás. Me metí dentro del coche y no arranque hasta que deje de escuchar sus latidos en la distancia.
Mientras metía la llave en el contacto un escalofrió me recorrió el cuerpo. Alguien me estaba observando. Mire a todo mi alrededor pero no vi a nadie. Instantes después puse el pie en el acelerador y no volví a mirar atrás.
                                                                             •••
La puerta de casa no estaba cerrada, pero la alarma no estaba sonando y un olor extraño salía de allí. Completamente alerta entre, habían arrancado la alarma de cuajo, estaban todas las cosas puestas patas arriba, había platos, jarrones y fotos rotos en mil pedazos. Según me iba adentrando en la casa el olor se hacía más intenso. Lo seguí hasta mi habitación, sobre la cama había sangre, y en las cortinas, y en las paredes… Habían escrito algo, ¿me has extrañado querida?
                                                                             •••
El aire se escapó de mis pulmones ahogando mi grito. Mi cuerpo intentaba arquearse presa del dolor pero él me seguía oprimiendo contra la pared. Intentaba alejarme de él, pero más me rasgaba con sus uñas la espalda, ¿soportar el dolor y librarme de Sombra, o aguantar hasta que todo acabara? No me iba a rendir sin antes luchar, de eso no tenía ninguna duda. Cuanto más forcejeaba, más me movía e intentaba atacarle más daño me hacía. Vi como mi propia sangre se iba reuniendo en el suelo.
Se cansó de mi resistencia, le faltaban manos para retenerme, me tiro al suelo en el otro lado de la habitación y me dejo las manos atadas al lavamanos.
Empezó a posar sus asquerosos y sucios labios sobre mi cuello dejando un reguero de pestilencia con saliva. La mano que había tenido dentro de mi espalda me la acerco a la cara, según él, era muy sabrosa mi sangre, acabe escupiéndosela en la cara y él riéndose de ello.
Con sus uñas empezó a rasgarme toda la ropa y cuando no quedaba más ropa en esa parte me arañaba con ellas. ¿Cuánto iba a durar aquella tortura? ¿Por qué no acababa ya con aquello? Preferiría estar pudriéndome bajo tierra, que mi alma se consumiera en las brasas del infierno que seguir con todo aquello, ¿por qué la vida me estaba tratando así?
Aunque estaba sin moverme, dejando a mi mente escapar imaginando las formas en las que me gustaría torturarle, desollarle y todas las cosas horribles que se me podías pasar por la cabeza, no podía evitar sentir todo lo que me estaba haciendo, el dolor que me estaba causando. Me estaba haciendo heridas superficiales que rápidamente se volvían a cerrar y él se dedicaba a volver a abrir para jugar con la sangre que salía de ella.
                -Os voy a necesitar a todos, incluso a más, aún es pronto pero las cosas hay que planearlas con tiempo. No te puedes imaginar de lo especial que eres y lo que llegaras a hacer. No hará falta que me des las gracias por el tiempo extra que te estoy brindando, en algún momento me lo tendrás que devolver.
                -Por mi te podrías haber quedado con tu tiempo de más, no lo quería antes y tampoco ahora. Te odio y jamás haré nada por ti.
                -Peleona, cada vez me gustas más. Me serás muy útil, porque ¿sabes lo complicado que es encontrar a la persona adecuada? Puede ser una tarea tediosa, pero tengo que hacerlo, mi supervivencia depende de ello. Las mortales corrientes son aburridas, buenos aperitivos, sí, pero aburridas. Y ahora cierra esa boca o tendré que hacerlo yo.

Se estaba acercando a mi boca, se humedecía los labios. Me beso, invadiendo toda mi boca con su asquerosa lengua putrefacta. Sus dientes se clavaban en mis labios como si nada, por ello decidí que yo hincaría los míos en su lengua.
                -¡Mal nacida! Te las voy a hacer pagar.
                                                                             •••
Y eso hizo, destrozo mi cuerpo, desde el cuello en descenso. Me apaleo, araño, desangro, mordió… Entro sin permiso, dejando su huella por todos los resquicios que mi cuerpo tenia. Abuso de mí sin contemplaciones, bañándose en cada lágrima de dolor, desprecio y odio que emanaban de mis ojos. ¿Mis gritos? Hacían que aun disfrutara más de su maltrato. Lo repitió una y otra vez hasta que la noche se volvió día, hasta que se sacio. Me había quedado sin lágrimas, ya no tenía más voz, no me quedaban fuerzas para luchar.
Se fue hacia la bañera para llenarla de agua y se empezó a poner la ropa como si nada mientras yo seguía atada. Se estaba vistiendo y me miraba con cara de no saber qué hacer conmigo.
                -Voy a tener que pasar más tiempo contigo del que pensaba, no solo por lo divertido que ha resultado esto, tienes mucho que aprender y que cambiar.
Siguió hablando y hablando pero no podía concentrarme en ello, solo había algo en mi mente y era la forma en que lo mataría tarda más o menos, acabaría con él.
Me quito las ataduras y me llevo hacia la bañera. El agua estaba hirviendo pero seguía estando desconectada de todo y solo sentí un cosquilleo. Estaba sondándome con los ojos, buscaba un mínimo de reacción. Torció su cabeza como si sopesara una idea, lo último que vi fue que sonreía y me hundía en el agua. Me tenía sujeta por la garganta y la apretaba contra el suelo. Mis pulmones tenían menos oxígeno y más agua. El pecho me quemaba…

El sonido del agua me trajo de vuelta aun con la sensación de que me estaba ahogando. El baño estaba desastroso y se había dejado el grifo abierto, fui a cerrarlo y allí estaba, me había dejado una sorpresa: una chica de no más de dieciocho años con la garganta arrancada de cuajo, aún tenía miedo en sus ojos y me miraban.

No podía haber vuelto, no podía ser. Tenía que llamar a Jules, el sabría qué hacer. Si, si esa era una buena idea para empezar, al fin y al cabo, nos encontrábamos en la misma situación: había vuelto para la recolecta, para el sacrificio. 

jueves, 18 de agosto de 2016

Bleeding heart, capitulo 3

Después de cerrar un buen negocio siempre es bienvenida una celebración. Nos fuimos los de siempre, al bar de siempre, a celebrarlo como siempre, pero no todo ocurrió como siempre. ¿Cómo iba yo a saber que aparecería por la puerta? ¿Cómo iba a saber que después de tantos siglos volvería? No era exactamente él, su piel era algo más pálida, era menos corpulento y su sonrisa, esa tan imperfecta, era reluciente como el mismo sol, ni un diente torcido.
Me negaba a pensar que pudiera ser él. Estaba muerto, hacia siglos que lo estaba. Pero, pero su olor… tenía que ser él, tenía que saber cómo, cuándo. Tenía… tenía que… Lo único que paso fue que mi copa se resbalo de entre mis dedos, cuando baje la mirada había un charco color escarlata sobre el suelo…
Todo el suelo estaba manchado con su sangre, con su olor, tan intenso como abrumador. ¿Qué diablos había hecho? ¿Cómo podía haberme comportado así? Aún seguía acurrucada en aquella esquina, cada musculo entumecido. Hacia horas que la sombra se lo había llevado, Dios sabe dónde, pero yo aún le veía tirado en el suelo, con la mirada ida, sin su brillo de siempre. Su boca formaba una horrible mueca y de ella goteaba sangre. La sangre le envolvía, había dejado su cuerpo dibujado y luego arrastrado.
Me fui descongelando, aun en trance me moví hacia la cocina y tomar trapos, agua y todo lo que pille para quitarle de aquel suelo mohoso. Cuando más intentaba quitarlo más se esparcía. Estaba cubierta por él. 
                -¿Qué has hecho monstruo?¿Cómo has podido?
Tenía que deshacerme de aquello, no podía quedarse allí.
                                                                               •••
No sé cuánto tiempo paso hasta que logre quitarlo todo, pero aún seguía allí, manchaba el suelo, su oler impregnaba cada resquicio, su alma estaba allí, atrapada, mirándome con ojos acusadores, preguntándome porque, odiándome. Aún seguía con su sangre en mí, ¿alguna vez podría quitármela?
No se cómo llegue dentro de la bañera pero si la sensación de querer arrancarme la carne a tiras, de cómo tirar de ella para poder quitármelo, para poder salir de aquella pesadilla. Daba igual cuantos cortes me provocara, en apenas un instante se volvían a curar, una y otra vez.
                                                                               •••
Aún seguía dentro de la bañera cuando le note mirándome, no sé cuánto tiempo llevaría allí, ¿acaso importaba? Tal vez, si seguía inmóvil se fuera, borrara todo a su pasar, ¿alguna vez tuve suerte?
                -¿Se puede saber hasta cuando te vas a quedar ahí? Vale que ahora tengas toda la eternidad por delante pero tenemos cosas que hacer.
Solo se, que después de aquellas palabras me encontraba en el suelo sobre él, intentando estrangularle con mis manos. Lo único que hacía era reírse, reírse de mí cuanto más apretaba. Deseaba matarle. Pero era inútil. En cuanto me noto flaquear me estrello contra la pared dejándome sin aliento. Se quedó observándome detenidamente y como una serpiente se fue acercando a mí, tocándome, haciendo que me sintiera aún más repulsiva.
                -¿Realmente quieres hacerme daño? Oh, cariño, lo dudo mucho. Te hice un gran regalo, que menos de que seas agradecida y me cumplas, ¿no lo crees? Tampoco pido tanto.
No podía moverme, me tenía acorralada. La cabeza me iba a mil por hora, no sabía que podía hacer, estaba todo perdido. Era inútil.
Sus asquerosas manos fueron bajando y bajando por mi cuerpo. Una de ellas la detuvo sobre el final de la espalda, mientras tanto, la otra seguía bajando. No podía mirar, ya era demasiado con sentirle. Asqueada volví la cara pero un instante después tenía su mano en mi mandíbula obligándome a mirarle. Me hacía daño, como si eso le hubiera importado alguna vez.
                -Oh, no, no. Las niñas malas tienen que ser castigas…
No había acabado la frase cuando ya estaba hincándome sus uñas en la espalda, rasgándomela…

Sentí otra vez la mano al final de la espalda, eso me saco de la ensoñación pero seguía sintiendo sus uñas rozándome la columna. Me gire y le retorcí el brazo, pero no a Sombra, a la persona equivocada…
                -¡Joder que te pasa Al!
                -¡Mierda! Perdona, fue sin querer
                -Menos mal que casi me partes el brazo sin querer
Su mirada irradiaba odio y dolor, pero no sé qué me vería que su enfado amenguo.
-Al, ¿estás bien? ¿Qué te pasa?
-Pe-perdona de verdad, ha sido un simple mareo, no esperaba que te acercaras
-¿Estas segura? ¿Quieres que te lleve a casa? Estabas como en trance…
No podía dejar de mirarle, incluso si no lo tenía a la vista, le sentía. ¿Cómo podía estar pasando? ¿Sombra tendría algo que ver o simplemente mi mala suerte estaba detrás de todo? ¿Karma tal vez?
                                                                                   •••
Fueron pasando los minutos, a veces lentos, a veces demasiado rápidos pero ninguno de ellos me dio el valor suficiente para acercarme a él. ¿Qué podría decirle? ¿Cómo mirarle? Era una tontería, no era él, me había equivocado, si, si era eso. Pero… si era eso… ¿Por qué sentía que me quedaba sin aire con solo tenerle cerca? ¿Por qué sentía la culpa sobre mis hombros? Lo había dejado enterrado, todo, todo lo referente a aquel día, todo sobre él, todo. Fueros muchos años para poder hacerlo, pero parece que eso no ha importado.

Necesitaba un poco de aire, cada vez sentía más opresión, como si me hubieran metido en una caja que cada vez se fuera haciendo más pequeña. 
Salí por la puerta cuan exhalación. Fuera hacia frio, parecía que se acercaba una nevada pero el cielo estaba completamente despejado. Me coloque en una de las mesas, con mi copa y el cigarro recién encendido. Estaba todo tranquilo, oí como alguien más salía del lugar. Era él.
                -Cuanta tranquilidad hay aquí fuera
                -Em.. sí, claro
                -Oh, no me he presentado, me llamo Leo. ¿Y tú eres..?
                -Alicia
                -Encantado Alicia, ¿puedo sentarme contigo?
                -Em.. sí, claro
Con cada paso que daba hacia mí, su olor se hacía más intenso, su corazón mantenía el ritmo, un ritmo que hacía mucho que no oía. Me tranquilizaba.
                -Me siento mal, pero es mi primer día y apenas recuerdo la mitad de los nombres de los de ahí dentro.
                -No te preocupes, es normal. Eso me recuerda que, ¿es por ti todo el revuelo entre las chicas?
                -Parece ser que si
Empezó a reír, como su risa, la risa de Fernando, de él. Dejamos de mirar a las estrellas y nos quedamos durante un momento fijos uno en el otro. Eran los de él.
                -No es que esté intentando ligar conmigo ni nada por el estilo pero, ¿nos conocemos de algo? Me resultas vagamente familiar pero no logro situarte. Es un tanto extraño, como si fuera de toda la vida.
Me quede congelada, ¿qué diablos iba a responderle? Me puse nerviosa y volqué la copa derramándosela encima de la camisa.
                -Oh, santo cielo, perdona.
                -No, no pasa nada, ¿hice algo para incomodarte?
                -No, claro que no, solo estoy algo mareada. Y no, no nos conocemos de nada. Seguro. Perdón por lo de la camisa, te la llevare a la tintorería.
                -Bah, no es nada. Si me invitas a una copa todo quedara en paz, ¿vale?

En ese momento lo note, todo iba a cambiar aunque no sabía si seria para bien o para mal.